Habrá menos bribones cuando haya menos cobardes

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Por: Diego Fernández de Cevallos

“México en camino directo a la ruina”. Con ese título apareció recientemente en Le Monde, de París, un artículo de Bruno Jesntet en el que afirmó: “Al observador extranjero le cuesta trabajo ver la pasividad y la apatía de la población mexicana que no reacciona ante la destrucción de sus vidas y la aniquilación de su futuro”.

No conozco al autor pero tiene razón. Resulta oprobiosa y suicida la indiferencia y postración de millones de mexicanos ante los constantes atracos, idioteces e insolencias que febrilmente comete este gobierno inepto, criminal y faccioso.

Ciertamente, esa resignación y cobardía, esa aquiescencia —expresa o tácita— para dejarse violar, no es comportamiento de pocos, sino bastante generalizado en la población, trátese de ricos, clasemedieros o indigentes.

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Si la historia oficial enseña que México, ¡antes de existir!, fue conquistado, que unos cientos de forasteros ultimaron a más de 100 mil valientes guerreros aztecas y violaron a las doncellas, que solo dejaron saqueo, devastación y muerte, que el pueblo “bueno, sabio y originario”, a pesar de independencias y revoluciones, no ha roto sus cadenas, resulta explicable la sumisión ante el atropello. En esas estamos. Van y vienen iluminados y redentores, y el grueso de la población se humilla y busca sobrevivir en su desgracia, asumiéndola como destino fatal, porque los gobernantes han sido, son y serán axiomáticamente abusivos, y más vale no desatar su ira.

Son graves y constantes los atracos gubernamentales, pero las cabezas humilladas de millones de encogidos dejan que sobre ellas vuele, altanero y desafiante, su dueño y redentor del momento.

Un caso reciente, que sería severamente reprimido en un país con dignidad y regido por leyes, en México solo merece el repudio de unos cuantos y una multa muy inferior al hurto con cargo a Morena, no a la más directamente beneficiada.

Me refiero a las exacciones cometidas por la entonces alcaldesa de Texcoco y hoy nefasta secretaria de Educación Pública Federal, Delfina Gómez, que robó para sí y para Morena 10 por ciento de los sueldos de sus empleados municipales más pobres, hecho acreditado —en resolución firme—  por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Y lo más pestífero fue la purificación que recibió del General en Jefe Anticorrupción en México, al sentenciar: “Delfina es honesta, íntegra y digna, estoy orgulloso de ella”. Pudo añadir su Alteza Pequeñísima: “Y todo mundo a callar y obedecer”.

Y lo más pestífero fue la purificación que recibió del General en Jefe Anticorrupción en México, al sentenciar: “Delfina es honesta, íntegra y digna, estoy orgulloso de ella”. Pudo añadir su Alteza Pequeñísima: “Y todo mundo a callar y obedecer”.

Está claro: la Transformación de Cuarta devuelve al pueblo lo robado… por “los conservadores”. Los que roban para “la causa” son patriotas.

Pues más pútrida resultó la cacareada “honestidad valiente”; y al que de lejos lo tuvimos como rufián, por su gobierno, ni duda queda.


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