Gobernar desde el rencor

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La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, no está contenta; los resultados de su gestión al frente de la administración local tienen también molesto a su patrón, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

En casi tres años de gestión, la mandataria capitalina ha fallado en su política local, acumula una serie de desastres en su ejecución, que no ha podido ni ser corregida por la mayoría de la que su partido goza en el Congreso de la CDMX; en las urnas, los ciudadanos le pasaron factura y de cara a la segunda mitad de su gobierno viene preparada para más abusos, con la firme convicción de pasar la factura de lo perdido.

Repaso algunas de las agendas en las cuales Sheinbaum ha dejado ver su mezquindad y con las cuales pretende pasar factura a quienes ve como rivales a vencer, sin tener en cuenta que los únicos afectados son los ciudadanos que confiaron en ella para conducir la CDMX.

Históricamente, el cambio en el uso de suelo ha sido uno de los problemas que más afecta a los capitalinos, con autorizaciones para desarrollos inmobiliarios que carecieron de todo consenso vecinal, afectando la movilidad, suministro de agua y contribuyendo a la sobrepoblación de distintas colonias de la ciudad.

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Una de las vertientes del plan de reactivación económica presentado por Sheinbaum propone el cambio de uso de suelo para la regularización de comercios en zonas habitacionales, así como facilidades administrativas para la realización de proyectos inmobiliarios en vialidades primarias de la capital. Por si fuera poco, frenó la colocación de sellos de suspensión de obras irregulares, bajo el falaz argumento de facilidades para detonar la construcción, todo un cheque en blanco para el cártel inmobiliario.

Uso y control político de la publicidad con una iniciativa enviada al Congreso local con la que se busca disfrazar la legalización de anuncios publicitarios irregulares, interviniendo, dicho sea de paso, con la creación de un consejo de publicidad exterior que delimitará —más bien excluirá— las atribuciones de las alcaldías, condicionando la instalación de espectaculares bajo una promesa de ordenamiento visual urbano.

La alcaldía Benito Juárez implementó exitosamente el programa Blindar BJ para reducir índices delictivos en la demarcación; dicho programa siempre fue mal visto por Sheinbaum, quien ahora enfrenta su réplica en las nueve alcaldías en donde Morena perdió el gobierno. Para ella, se trata de una campaña de desprestigio, cuando el trasfondo es de seguridad de los ciudadanos que le reclamaron su insensibilidad.

Está tan molesta que, ahora, ordenó pintar toda la administración pública de color guinda Morena, disfrazado de una homologación de imagen institucional. Decidió que, si su gobierno no puede ser recordado por su eficacia y eficiencia, lo será por el color oficial de su partido y para lo cual cambió el color en todos los logotipos oficiales, tarjetas de programas sociales y uniformes de funcionarios. Morenizó la administración pública a costo del erario público.

Busca sembrar malestar entre los vecinos de las alcaldías que le dieron la espalda y ella está de acuerdo con darles batalla. No comprará más pruebas para covid-19, la atención para los enfermos no va a mejorar.

La jefa de Gobierno ha dejado en claro que busca una venganza por el resultado en las urnas en junio pasado. Los ciudadanos le dijeron que no estaban dispuestos a mantener su mal gobierno y ella se ha lanzado contra la clase media, preparando los próximos tres años de gobierno para anular el Estado de derecho en materia de obras y giros mercantiles. Desde el rencor, inició su revancha contra la ciudad.


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