La oportunidad Harris

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Es la primera vez que México recibe a una vicepresidenta de Estados Unidos y con conocimiento de primera mano sobre los temas de nuestro país —mujer, de larga trayectoria política en estado fronterizo y surgida de minorías raciales—; al tiempo que son contadas las ocasiones en que una gira de trabajo como la que ella realiza aquí puede comenzar a recomponer la interlocución entre ambas naciones, en el ánimo de encontrar canales frescos de cooperación para la solución de graves desafíos comunes, tras una relación bilateral turbulenta impuesta por el predecesor de Joe Biden en la Casa Blanca.

Debe reconocerse que la visita oficial no parte de miel sobre hojuelas. El expresidente Donald Trump desarrolló una inercia discursiva hacia México tan deplorable como eficaz para alimentar las posiciones más extremas de la opinión pública norteamericana. Caricaturizó al mexicano con un perfil proclive a la comisión del delito y riesgo a la tranquilidad de las comunidades estadunidenses, por lo que desde ese posicionamiento se dedicó a promover soluciones falsas de política pública, como la construcción de un nuevo muro fronterizo y la respuesta exclusiva del uso de la fuerza al creciente fenómeno migratorio proveniente de los países centroamericanos.

Ese extremismo en amplios círculos de la sociedad estadunidense es el que, precisamente, sigue imponiendo una camisa de fuerza a la administración Biden e, incluso, desafía el futuro político de la vicepresidenta Harris. En nuestro territorio, la estrategia Trump también mermó el estado de las percepciones favorables hacia el vecino del norte. Recordemos que tras los años más duros del embate narrativo en contra de México, cuando menos siete de cada diez mexicanos han sostenido una marcada opinión negativa de la primera potencia, de acuerdo con diversos estudios de opinión difundidos en medios impresos. Sin embargo, hay margen para reencauzar la relación si se considera también que una mayoría de mexicanos busca, al mismo tiempo, una cercanía estrecha con Estados Unidos.

En este complicado margen de maniobra es donde el perfil político de Kamala Harris puede pavimentar de nuevo la cooperación bilateral, desde al menos tres aristas: su capacidad de persuasión, el cambio de políticas públicas y la reputación construida a partir de su trayectoria personal, ejerciendo una posición más afín a las expectativas e intereses de la sociedad mexicana y sus tres órdenes de gobierno.

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En el primer renglón, la persuasión, la vicepresidenta Harris parte de un posicionamiento de orden personal muy distinto al tradicional del liderazgo político estadunidense, al destacar mediáticamente en esta gira su vocación de diálogo y construcción de consensos con las contrapartes, más que la imposición unilateral de acciones concebidas en Washington DC., Guatemala y México son las primeras aduanas, pero puede ser, además, el inicio de una política exterior que profundice la interlocución constructiva con una América Latina borrada durante décadas de las prioridades de cooperación estadunidense, al sentar gran parte de su atención en otras regiones del mundo.

También, a diferencia de la era Trump, Kamala Harris apuesta por un cambio de políticas. Resulta innegable que el fenómeno migratorio, que alcanzó máximos de 178 mil personas por mes intentando ingresar a Estados Unidos, es un riesgo de seguridad nacional no sólo para ese país, sino para México, ya que gran parte de ese flujo transita por territorio nacional. Sin embargo, la solución no sólo debe descansar en el uso legítimo de la fuerza, sino en un abanico de políticas públicas que amplíe oportunidades y bienestar en las comunidades de origen, más aún tras los estragos de covid-19. Al respecto, el acuerdo en materia de desarrollo que firma con México, la promoción de inversiones e inyección de recursos en el Triángulo del Norte, así como la donación de varios millones de vacunas a la región son, sin duda alguna, cambios en el tono de la conversación impulsada desde Washington.

Finalmente, la reputación de su trayectoria política abre garantías de credibilidad a un nuevo diálogo. Recordemos que, como senadora, se pronunció a favor de los derechos de los dreamers e inmigrantes recluidos en centros de detención y, en su calidad de fiscal general de California, llegó a un acuerdo colaborativo con sus contrapartes mexicanas para mejorar el intercambio de información para cerrarle espacios al crimen organizado y el lavado de dinero. Sin duda, por todo lo antes descrito, México debe aprovechar la oportunidad Harris.


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