El nulo control de la pandemia

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El covid-19 ha permitido reafirmar que, si bien las pandemias insertan a las sociedades en el camino de la incertidumbre, de haber talento científico y disciplina política para enfrentar con toda responsabilidad el problema, en el curso de las semanas es posible ir mitigando de manera considerable los efectos que éstas tienen en la salud y la economía de las personas. Es entonces el tiempo una de las variables determinantes que nos llevan a diferenciar con toda claridad a aquellas autoridades que realizaron con pulcritud su trabajo de quienes, desafortunadamente, carecieron de un desempeño adecuado.

A más de un año de iniciada la pandemia, es en este contraste con lo realizado por otros gobiernos del mundo donde quedan cada vez más evidentes las limitantes de la estrategia contra el covid-19, definida por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, el doctor Hugo López-Gatell. Al ser una emergencia sanitaria, la opinión pública suele poner los reflectores de la atención en el número de lamentables fallecimientos y la capacidad hospitalaria para canalizar a los pacientes infectados de este coronavirus.

Rubros básicos en que, por cierto, la estrategia federal no sale bien calificada. Primero, diversas fuentes oficiales y académicas han desacreditado de manera frecuente la veracidad del número de personas que han perdido la vida como producto de esta enfermedad, que día a día se difunden en las conferencias vespertinas. Un subregistro en la cuenta oficial que ya de por sí ubica a México entre las tres naciones con mayor número de lamentables fallecimientos del mundo.

En la capacidad hospitalaria, el subsecretario López-Gatell ha defendido la disponibilidad de espacios, en contraste con lo mostrado no sólo por las crónicas periodísticas que en distintos momentos han ilustrado una clara saturación; sino con los hallazgos de especialistas en datos que han sido publicados en medios de comunicación, los cuales muestran que las muertes en casa alcanzaron una proporción mayor al 20% del total de fallecimientos en los meses más retadores de la pandemia del covid-19.

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Sin embargo, en una pandemia el reflector no sólo debe estar puesto en la política de salud, sino que debe desplegarse sobre aquellos aspectos de política pública que inciden en el bienestar de las personas. Cuando las estrategias son diseñadas desde una perspectiva integral, nace la posibilidad de reactivar de manera sostenida y creciente las actividades económicas que generan ingreso a los hogares. En este renglón ya se comienzan a ver los efectos del desorden en la campaña de vacunación, centralizada en su toma de decisiones por quienes conducen la estrategia desde el orden federal.

Por ejemplo, el control gradual de la pandemia por parte de la Unión Europea y la agresiva campaña de vacunación en Estados Unidos generan las condiciones para que la primera levante las restricciones de viaje durante el verano, de forma que los turistas norteamericanos se encuentren en posibilidad de visitar ese continente. Por el contrario, Estados Unidos y México siguen prorrogando la reapertura total de los cruces terrestres fronterizos ante las marcadas diferencias en la instrumentación de las medidas sanitarias en ambos lados de la línea divisoria.

No sólo eso. El subsecretario López-Gatell no ha levantado la voz para pronunciarse sobre el fortalecimiento institucional y el desarrollo científico, ambos necesarios para mitigar la pandemia actual, así como para reducir los impactos de emergencias futuras. Mientras la UNESCO hace llamados a los países latinoamericanos a aumentar la inversión en ciencia y tecnología con el fin de fortalecer los precarios sistemas de salud, el subsecretario no ha mostrado la más mínima resistencia a los continuos recortes que se hacen al sector en nuestro país.

En el presupuesto 2021, la comunidad científica, además de ver cancelados los fideicomisos que eran un importante instrumento en el desarrollo de su labor, sufrieron el recorte de más de mil millones de pesos en el presupuesto federal. Éste no ha sido el único. En 2019 fueron testigos de una reducción más grave del orden de los 2 mil millones de pesos. Decisiones presupuestales que impactaron tanto a investigadores como a centros especializados, como el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias Ismael Cosío Villegas. Con estos indicadores, ¿en verdad alguna vez México quiso controlar la pandemia?

 


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