El problema es Morena no solo el presidente

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Muchas, la gran mayoría de las quejas y denuncias mediáticas sobre los daños hechos al país en este gobierno 2018-2024 hacen referencia a una sola persona, López Obrador. También prevén que, si ganase el 2 de junio Claudia Sheinbaum, él gobernaría detrás del trono, que ella sería su pelele y él quien diera las órdenes. Una dictadura unipersonal pues, un responsable del gobierno tramposo nada más. Pero no es así. El partido Morena es el gran responsable, que los compinches le sigan el juego y las órdenes a Amlo, es una cosa, que el problema se reduzca a él es un error. Veamos.

Las razones para que los legisladores morenistas aprueben sin cambios lo que les pide el presidente no es solamente una sumisión absoluta, es en realidad una complicidad. Que beneficiados con altos cargos públicos federales y hasta locales en otros casos hagan lo que Amlo les diga es en realidad en beneficio de ellos mismos, o al menos es evidente que así se ve.

Todo eso favorece al movimiento del que forman parte, Morena, para los fines de control político y de beneficios personales, no solo de grupo. Todo, incluyendo acciones y políticas ilegales, violaciones a la Ley, corrupción y abuso del poder, destrucción, anulación de sus adversarios políticos y de sus críticos en los medios de comunicación. Las alianzas con el crimen organizado que les ayuda y protege. Anular a la Suprema Corte como pretenden les beneficiaría a todos ellos, no solo al presidente.

Si por cualquier razón Amlo desapareciera de pronto del poder, que renuncie, enferme o muera, eso no haría desaparecer la política de Morena (o como a ellos les gusta llamarse, la 4T, la cuarta transformación). Seguiría igual de dañina para México, solamente sin ese líder que les da órdenes. Quizás, como ha sucedido en la delincuencia organizada, descabezada por arrestos de los grandes capos, se dividiría en varias “tribus” con varios capos, pero seguirían con los mismos usos y costumbres de abuso del poder en su beneficio. Y gane quien gane en junio, los pleitos entre facciones morenistas se darán con o sin Amlo en el nuevo gobierno, y los líderes de Morena van a seguir dañando a México como resultado de sus esfuerzos por conservar privilegios, inmunidad, cotos de poder y robos al erario.

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Es muy mala idea identificar todo el dañino gobierno morenista con López Obrador. Eso es ingenuo. Las alianzas con la delincuencia organizada no son personales de Amlo solamente, son de muchos morenistas. Toda una mafia (sí, mafia) gobierna al país, y de alguna manera quienes ejercen el poder lo hacen y obtienen beneficios personales y familiares y hasta de amistades (ejemplo: los hijos del presidente). La flagrante corrupción con enorme falta de transparencia en el gasto e inversión pública reparte beneficios ilícitos a muchas personas, desde quienes toman las decisiones hasta quienes en complicidad las llevan a cabo, las tramitan.

El problema del México actual no se llama López Obrador, se llama Morena, que lo incluye como su gran capo. Pensar que si se va él se acaban el mal gobierno, la corrupción, el despilfarro, la destrucción de instituciones, es un gran error. No se debe ser simplista en esta situación política del país, eso es un peligro que tiene consecuencias.

Las elecciones del 2 de junio no se reducen a la presidencial, la más importante sin duda, pero existen también las de nueve gobernadores, muchos presidentes municipales y los alcaldes de Ciudad de México. Pero además de esos gobiernos se eligen los senadores y diputados del Congreso de la Unión y diputados en varias entidades, que con mayoría relativa o absoluta (la peor) pueden hacer como lo están haciendo, lo que les dé la gana con la estructura constitucional y de legislación secundaria, federal y locales.

Si Claudia ganara el 2 de junio, el poder del actual presidente se vería afectado, y otros poderosos morenistas reforzarían el suyo, aunque Morena sufriera algunos descalabros. Si conservara la mayoría relativa en el Congreso y peor recuperara la mayoría absoluta, los morenistas volverían a dañar legislativamente a México. Las evidentes alianzas con la delincuencia organizada habrían de continuar y quizás hasta fortalecerse. Y las fuerzas armadas seguirían con las manos atadas.

Si ganan Xóchitl, algunos gobernadores y los legisladores de oposición, Morena se verá arrinconada, pero no desaparecerá, sus líderes se defenderán como gato boca arriba, para conservar sus privilegios y buscar inmunidad para no ir a la cárcel, la estructura ahora cuasi monolítica de Morena se dividirá, pero continuará. La delincuencia sería combatida y las fuerzas armadas regresadas a sus funciones legales. El peligro, hay que tenerlo bien en cuenta, no se llama López Obrador, aunque lo encabece, se llama Morena, no lo olvidemos ni descuidemos.


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