Los aranceles existen desde hace años y han sido una de las herramientas que, en determinadas circunstancias, los gobiernos aplican en materia de comercio internacional; de igual manera, los ánimos expansionistas se habían aminorado en las últimas décadas.
Pero esto ha cambiado con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, a grado tal que la revista The Economist publicó recientemente un artículo en el que señala que la Unión Americana «tiene una presidencia imperial… y en Donald Trump, un presidente imperialista por primera vez en más de un siglo».
Y es algo con lo que el mundo tendrá que lidiar los próximos 4 años, en especial algunas regiones como América Latina, Groenlandia o Asia, que verán como los ánimos renovados de un empresario metido a la política y con un estilo agresivo para negociar ha puesto de cabeza a varios gobiernos –y si no, pregunténle a Gustavo Petro–, empezando con las amenazas de aranceles, como ha sucedido en los casos de México, Canadá y España.
Imperialismo renovado
La historia nos cuenta que en el mundo hemos tenido varios imperios que han surgido, expandido y muerto, durando en ocasiones algunas décadas o hasta siglos, pero todos con la característica común de contar con líderes que impulsaron su crecimiento a costa de los vecinos.
Estados Unidos en 2024 se encamina a convertirse en el nuevo imperio, pero con alcance mundial en una era en la que la globalización provoca que lo que suceda en China tenga impacto en Europa o América, como vimos con la pandemia más reciente.
El imperialismo es una política de expansión y dominación de una nación sobre otras, ya sea mediante la conquista territorial, el control económico o la influencia cultural. Históricamente, se ha manifestado en la colonización y explotación de países más débiles por parte de potencias más fuertes.
Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, se observa un resurgimiento de tendencias imperialistas en su política exterior. Durante su primer mandato, Trump cuestionó instituciones internacionales clave como la OTAN y la OMS, lo que debilitó el orden internacional establecido tras la Segunda Guerra Mundial. En su segundo mandato, estas acciones parecen más calculadas, sugiriendo una intención de allanar el camino para una nueva era de imperialismo estadounidense. Su visión incluye la expansión del poder de EE. UU. en territorios como Panamá, Groenlandia e incluso el espacio exterior, basándose en la creencia en el «destino manifiesto» de América.
Además, Trump ha adoptado una postura más agresiva en asuntos internacionales, como la intención de recuperar el control del Canal de Panamá y la imposición de aranceles significativos a países como China, Canadá y México. Estas acciones reflejan una estrategia para fortalecer la hegemonía económica y política de Estados Unidos, incluso a costa de tensiones diplomáticas y comerciales.
En resumen, bajo la administración de Trump, Estados Unidos ha mostrado una inclinación hacia políticas que buscan reafirmar su dominio global, reviviendo prácticas asociadas al imperialismo tradicional.
De Monroe a Trump
La Doctrina Monroe, proclamada en 1823 por el presidente James Monroe, surgió en un contexto donde las potencias europeas, especialmente la Santa Alianza, consideraban intervenir en América Latina para restaurar las colonias españolas. Estados Unidos, buscando proteger su seguridad y consolidar su influencia en el hemisferio occidental, declaró que cualquier intervención europea en América sería vista como una amenaza directa. Este principio sentó las bases para el expansionismo estadounidense en el continente.
En la actualidad, el presidente Donald Trump ha retomado elementos de la Doctrina Monroe para justificar políticas expansionistas. Ha expresado interés en territorios como Groenlandia y el Canal de Panamá, y ha adoptado una postura más agresiva en la política exterior estadounidense. Aunque la Doctrina Monroe originalmente buscaba limitar la intervención europea en América, Trump la utiliza para respaldar una expansión territorial activa y reafirmar la influencia de Estados Unidos en el hemisferio occidental.
En resumen, mientras que la Doctrina Monroe se centraba en prevenir la intervención europea en América, las políticas actuales de Trump reinterpretan este principio para justificar una expansión territorial y una reafirmación del poder estadounidense en la región.
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