Candidatos al borde de un ataque

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Por: Juan Ignacio Zavala

Las campañas electorales son dinámicas. Cambian conforme cambia la comunicación y sus medios. Si hace algunos años era de la mayor relevancia tener spots producidos por prestigiados publicistas y en horario triple A en las grandes cadenas de televisión, hoy es más importante tener una producción sencilla pero efectiva para invadir las redes sociales y tener multitud de mensajes. Ahora es más importante bailar y cantar tu propio jingle que decir algo medianamente relevante. Si los mensajes de los spots rayaban en lo ridículo, ahora, con la inmediatez y la brevedad de las redes, tenemos un verdadero muestrario de estupidez encapsulada.

Por supuesto que hay quienes se adaptan con facilidad o quienes son de estos tiempos de redes y salen sin problema haciendo sus interpretaciones, bailables y refraneros sin problema alguno. No le tienen miedo al ridículo y algunos de ell@s tienen verdadero éxito. También están los que pretenden adaptarse a los nuevos formatos de comunicación. Son intentos verdaderamente patéticos en los que se puede pasar de la carcajada al estupor en 15 segundos.

Lo que no queda claro es qué esperaban los candidatos de esta elección hacer en campaña. Porque si bien, por un lado, está al asunto mediático en el que lo importante es dar una maroma o bailar con un tubo en un lote baldío o intentar una danza de conjunto con cinco amigos todos vestidos de la misma manera, por el otro está que los recorridos en las calles son de una tristeza pavorosa. Ocho personas con banderas gritando consignas en una calle vacía, gritando algún tipo de propuesta a quien se asomó de algún balcón. Y por supuesto todos bailando. ¿De eso se trataba ser candidato?

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Imaginemos la conversación de unos asesores con cualquier candidato:

-¿Qué canal es ése, no le he oído? ¿Es el de Adela Micha?

-No, candidato, es una red social.

-Ah, como el Feis. Ya sé, el Peje ganó con eso, así que hay que darle. Claro, unos pinchis videos a toda madre con los volcanes y el océano…

-No, se trata de algo máximo de 30 segundos y solamente sale usted.

-¿Cómo crees? Treinta segundo no me alcanza para decir buenos días porque me trabo.

-Por eso le sugerimos que mejor baile, nosotros le ponemos la canción.

-¿Con esta panza? Ni loco…Pero como cuál les late que baile; me sale bien la de “el venaooo, el venaooo” o las de Caballo Dorado también. Me encantan las bodas.

-Ándele, ya nos vamos entendiendo. Y de la panza no se preocupe, mientras más llame la atención, mejor; o sea, de brinquitos y toda la cosa.

-Ni que estuviera pedo. Cómo creen. Todo tiene un límite.

-Hay que hacer varios de ésos, todo el tiempo esos videos.

-No me digan eso ¿Y a qué hora vamos a comprar votos? Tengo una lana que me dio el partido y pus pienso repartir la mitad y la otra, pues… de algo tengo que vivir, ¿verdad?

-Eso no sabemos. Nosotros tenemos que hacerle los videos.

-¿Y los contrincantes? ¿A qué hora se les insulta o qué? Le traigo ganas a ese hdspm.

-Eso ya no importa. Mejor apréndase esta canción que es un cover de No rompas más, pero adaptado para usted.

-No jodan, yo nomás quiero ir a la Cámara a dormir y cobrar, no le hago a la artisteada. De haber sabido que era un concurso como los de la escuela, ni le entro. Voy a hacer el oso.

Así las cosas. Lo que vemos es el producto no sólo de la brevedad obligada por las redes, sino también de nuestros patéticos personajes que siguen conformando una, cada vez más, penosísima clase política.


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