Vientos desfavorables

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Algo está pasando en nuestro país que han comenzado a encenderse focos amarillos en muchos sectores de nuestra sociedad y se comienza a percibir un cierto desánimo entre la gente. Primero fue la caída del precio del petróleo. Luego se vino la devaluación del peso respecto del dólar. Sigue latente el tema de la violencia que no nada más no se ha resuelto, sino que a veces pareciera que se exacerba más cada día; en menos de una semana han sido asesinados dos alcaldes. Por si esto fuera poco, ahora se ha complicado muchísimo el conflicto magisterial con todo y los lamentables y condenables hechos de Nochixtlán. Pasan los meses y no se ve por dónde se le pueda dar salida al descontento de una buena parte del magisterio respecto de la reforma educativa, sus manifestaciones suben de tono y adquieren tintes violentos. Todos estos acontecimientos se dan cuando el proceso electoral federal de 2018 ya se encuentra a la vuelta de la esquina.

México, durante los últimos años, y a pesar de la gran crisis financiera internacional que se desató en 2011 y que nos llegó de los países más desarrollado del mundo, logró importantes índices de crecimiento en su Producto Interno Bruto y, lo más importante, una gran estabilidad en todos los indicadores económicos más relevantes, estabilidad que por cierto, resulta indispensable a la hora de atraer inversiones que detonen un mayor desarrollo económico. Es claro que los niveles de crecimiento no son ni con mucho los que se necesitan para generar los empleos que nuestro país demanda, pero, por lo menos, se mantienen en un rango superior a los de nuestros principales competidores en la región. El país creció de manera estable gracias, en buena medida, al correcto manejo de estrategias y decisiones al interior del gobierno. Sin embargo, ahora estamos viendo un panorama distinto. Los datos apuntan a que nuestra economía no sólo se estancó el segundo trimestre de 2016, sino que tuvo una sensible caída. La conflictividad ha ido en aumento y la ciudadanía comienza a verlo con preocupación. Se ven en el horizonte negros nubarrones.

El tema que más preocupa y que pone en riesgo la gobernabilidad del país es, sin lugar a dudas, el conflicto magisterial. La inconformidad de una buena parte del magisterio respecto de la Reforma Educativa va en aumento y sus acciones están causando un gran daño a nuestra economía y a la imagen de México en el mundo. La reforma educativa, ni duda cabe, es muy necesaria. Para ser un mejor país y lograr un mejor bienestar para todos, requerimos de una educación de calidad con maestros mejor preparados y evaluados. Sólo con una educación de calidad México podrá estar a la altura de un mundo globalizado y cada vez más competitivo. Pero si queremos que todo esto sea una realidad, es fundamental resolver cuanto antes el conflicto magisterial.

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Los años por venir serán sumamente complicados. Es previsible que continúe la incertidumbre internacional. Las elecciones en Estados Unidos, sin duda, tendrán impacto en nuestro país. La volatilidad política y económica en distintos lugares del planeta genera incertidumbre en los mercados internacionales y sus efectos los vamos a ver aquí en prácticamente todas las variables financieras. El muy adelantado calendario electoral trae consigo un sinnúmero de complicaciones. El riesgo de que otras agendas, unas legítimas y otras no tanto, se le sumen a los grupos inconformes, está latente.

En suma, es fundamental que el gobierno logre, mediante el diálogo, que los profesores tengan incentivos para la desmovilización política, para esto se requiere de verdadera capacidad de interlocución. El gobierno tiene que demostrar que está a la altura de este desafío, por el bien de nuestros niños y por el bien de México.


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