Vecinos Distantes

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La lucha por el poder se aprecia en toda su expresión en las campañas electorales, donde se muestra el verdadero rostro de muchos candidatos dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de llegar, incluyendo el ridículo: los vimos bailando, cantando, diciendo y haciendo disparates, prometiendo cuanta ocurrencia les venía a la cabeza y, hasta amenazando y golpeando, pasando por el reparto de despensas y la compra del sufragio.

También los hay serios, responsables, prudentes y honorables. Sin embargo, esa postura difícilmente se observó en su dimensión, pues se dejaron de lado las campañas de contraste, dando paso a estrategias de confrontación, sobresaliendo la denostación, la descalificación y la acusación.

Y en esa cancha no hay quien se salve, en mayor o menor medida, sea verdad o mera especulación, les pega a todos, ubicándolos en un plano de desgaste, que si bien es cierto provoca la atención de un segmento del electorado por el llamativo morbo, también lo es que se extravía la sustancia de la propuesta y el debate de las ideas.

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En ese orden dos reflexiones llaman la atención, inicialmente porque las campañas han sido de utilidad para criticar todo aquello que hemos visto mal -por decir lo menos-, es un ejercicio de desahogo social, para echar en cara la carencia de moralidad y falta de ética de las autoridades en turno. Ese espacio ha servido para evidenciar los abusos y excesos de quienes gobiernan, dejar en claro la fragilidad de nuestras instituciones y el hartazgo de la sociedad.

A su vez, la pertinencia de elevar la calidad de la clase política, con el firme propósito de su redignificación, a efecto de contar con la estatura necesaria para trabajar en aras de una urgente y necesaria recomposición del país, que requiere transitar por una etapa de reconciliación social, la reconstrucción de su tejido y el fortalecimiento de las instituciones, que solo se puede hacer con altura de miras.

En la actualidad, la realidad y la justicia son vecinos distantes.

De igual forma que los hechos y el derecho que caminan de forma paralela, cada uno por su propio carril, ajenos uno del otro, vivimos en la ley de la selva, agravio que persiste en lo profundo de la conciencia ciudadana, las campañas dan testimonio del sentir social, abren la esperanza.

Sin embargo, son las acciones las que pueden recuperar la confianza ciudadana.

Las campañas dejan saldo pendiente, abrieron expectativas que ahora en la congruencia -en aquellos que existe-, están comprometidos a actuar en consecuencia, la gente espera un golpe de timón, un cambio con ética, ya veremos de que madera están hechos.


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