¿Una nueva agenda presidencial?

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A todos nos sorprendió la iniciativa del presidente Peña para llevar a nivel constitucional los matrimonios entre personas del mismo sexo. Nadie la esperaba. El gobierno de Peña parecía estar resignado, arrinconado, a la espera de bajar la cortina víctima de los ataques, la irritación generalizada, la baja de popularidad y la inercia. No era de esperarse un golpe de ese tipo, en el que el Peña gana en todos los ámbitos.

Podemos imaginar que una tarde, no hace mucho, estaba el staff de Los Pinos reunido viendo La familia Peluche cuando de pronto el Presidente se levantó de improviso y dijo «no es posible, tenemos que hacer algo diferente, no nos podemos quedar así, aquí, viendo la vida de Ludovico y Federica mientras nos lleva la chingada. Digo, están cagados y todo pero no es plan estar así». Disculpe señor Presidente —dijo el particular—, creo que tiene la razón, yo desde hace dos semanas traigo conmigo la séptima temporada de Los Simpson que es de lo mejor, si usted me permite… El Presidente se le queda viendo con desesperación y voltea con su vocero a quien dice: Eduardo explícale por favor, tú que hablas con la gente de afuera qué es lo que está pasando, siento que aquí nadie entiende nada.

El vocero, que es reconocido por dar entrevistas sobre los temas más insulsos a la prensa más inofensiva, se pone de pie y haciendo gala de las dotes aprendidas en primaria cuando dominaba el libro Declamador sin maestro soltó su perorata. Dijo que afuera el ambiente era rasposo «por decir lo menos», que la gente se expresa de manera vociferante acerca del supremo gobierno; que la popularidad es bajísima, que los adversarios crecen a pasos agigantados, «especialmente El Peje.» ¿Cómo, sigue vivo? Preguntó uno de los asistentes. «Más que nunca —continuó el vocero—, parece que tienen una beca del Conacyt para ser candidato a la Presidencia»; «Hasta los periodistas más comprados nos agarran a toallazos. Somos como la caricatura de Mandibulín: ya nadie nos respeta».

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Una vez que terminó el vocero presidencial su mensaje, el silencio se apoderó de la sala; el coordinador de Asesores apagó la tele. El Presidente tomó aire y dijo «ya estoy harto, busquen algo, hasta el PRI dice que no le convengo como imagen, imagínense el nivel de cuarta que tenemos. Hagan algo, mi agenda está llena de eventitos que si el día del globo, o qué sé yo donde siempre sale en las fotos un niño jeteándose o me la vivo con militares y policías. ¡Parezco Calderón, carajo, todo el tiempo en cosas del narco! Así que tienen una semana.

Muy probablemente no pasó así pero, como dijera el clásico: haiga sido como haiga sido, le dieron una vuelta sorprendente a la agenda. Peña arrebató las banderas de la izquierda —abandonadas desde la salida de Ebrard— y arrinconó al PAN que se tendrá que definir y metió en apuros al PRI que lo tendrá que apoyar, y de paso exhibió al líder de Morena como el principal intolerante en la comarca política.

Es probable que esto no le traiga votos o mayores respaldos, pero le traerá equilibrio en el juicio sobre él y sobre todo han aprendido que en política siempre hay agenda posible. A ver si no se les agotó ahí el esfuerzo.


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