El fin de la Guerra Fría supuso tres décadas de alivio para el mundo respecto de la amenaza de las armas nucleares. Si bien es cierto que mientras una sola arma de este tipo siga existiendo sobre la tierra el peligro persistirá, la distensión entre la exUnión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y Estados Unidos, que se dio a raíz de la desaparición de la primera, hizo que otros temas desplazaran a las armas nucleares como primera fuente de preocupación por parte de la comunidad internacional. Sin embargo, el terrorismo y, particularmente, el extremismo violento encarnado en grupos como el Estado Islámico, Al-Qaida y Boko Haram han hecho que la preocupación sobre la existencia de armas y material nuclear regrese de manera inquietante.
La amenaza del terrorismo nuclear fue el centro del debate de la cuarta Cumbre Mundial de Seguridad Nuclear, celebrada este jueves y viernes en Washington. Si bien la cumbre centró su atención inicial en el programa nuclear de Corea del Norte, y en la instalación de un sistema antimisiles en prevención de un eventual ataque enviado por Pyongyang, la amenaza de que células del autodenominado Estado Islámico u otros grupos obtengan material nuclear ha adquirido una nueva vigencia a partir de los atentados terroristas en Bruselas durante la Semana Santa. Expertos nucleares integrantes de una coalición de 80 organizaciones internacionales en el Grupo de Trabajo sobre Materiales Fisionables hicieron un llamado para que esta cumbre tomara medidas para prevenir que los terroristas obtengan materiales nucleares.
La cumbre fue una iniciativa impulsada en 2009 por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y desde su primera edición en 2010 los objetivos de esta agenda han avanzado. Más de 50 líderes internacionales se han movilizado en favor de esta causa y se han firmado más de 250 acuerdos para la eliminación de unas tres toneladas métricas de plutonio y uranio altamente enriquecido en 12 países. Asimismo, se han hecho mejoras de seguridad física en instalaciones de almacenamiento de material fisionable y se han cerrado o reconvertido hacia uranio poco enriquecido instalaciones de producción de isótopos en 15 países, pero el presidente Obama advirtió que aún hay dos mil toneladas de material nuclear en todo el mundo que no está totalmente protegido y que una pequeña cantidad “del tamaño de una manzana” podría matar o lastimar a cientos de miles de personas.
El tamaño del desafío exige atender, en primer lugar, la ausencia de Rusia en la cumbre, ya que la colaboración entre Washington y Moscú ha sido fundamental en este campo y, en segundo, urge recuperar el espíritu del histórico discurso del presidente Obama en Praga en 2009 en el sentido de insertar este esfuerzo en un contexto más amplio de eliminación gradual de los arsenales nucleares en el planeta. Después de todo, la única manera de garantizar que ningún grupo adquiera un arma nuclear y la detone, o bien que una arma nuclear sea detonada de manera accidental, o intencionalmente, es su eliminación completa y su prohibición total.
Como la mayoría de los desafíos de nuestro tiempo, éste no puede ser enfrentado de manera aislada. Sólo un esfuerzo multilateral eficaz podrá protegernos de esta nueva amenaza. De ahí la importancia del recién creado grupo de trabajo que buscará desde las Naciones Unidas generar un nuevo esquema de negociaciones para un instrumento que prohíba las armas nucleares. Desde el ámbito parlamentario internacional impulsaremos y respalderemos estos esfuerzos.
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