Son otros los tiempos

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Cuando la población no tiene confianza en sus instituciones y en sus gobernantes la democracia se fractura

La corrupción y la ineficacia de las instituciones se traducen en impunidad y vulneran la credibilidad y la confianza ciudadana en sus gobiernos. Toda actuación de éstos, fuera de lo establecido en la ley, daña los derechos de la población, sea por el abuso en el ejercicio del poder público, o por la omisión en la aplicación de la norma jurídica. El país necesita que la ciudadanía confíe en el sistema jurídico y en el desempeño de quienes tienen el deber de hacer que este se observe, y en caso de violaciones al mismo, se castigue a los infractores. Esto es FUNDAMENTAL para fortalecer tanto al gobierno como a la sociedad en el combate a la corrupción y a la impunidad.

Cuando la población no tiene confianza en sus instituciones y en sus gobernantes la democracia se fractura. El sistema democrático deja de ser percibido como tal, cuando los gobernados piensan que la justicia se imparte de manera discrecional, cuando estiman que las oportunidades para vivir con dignidad no son iguales para todas las personas, y cuando llegan a la conclusión de que quienes los gobiernan ponen por encima de los intereses nacionales los particulares y los del partido en el que militan. Sir Winston Churchill decía que en la sociedad democrática el individuo se siente tranquilo, seguro y puede dormir, lo transcribo: “Es ese tipo de sociedad en la que si alguien llama a tu puerta a las 5 de la madrugada, sólo puede ser el lechero”.

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Los eventos de Iguala – y los cito porque son los últimos, no porque sean los únicos –  han venido a confirmar de NUEVA CUENTA, que en el estado mexicano hay dos asignaturas pendientes, que se tienen que atender YA. La primera es que la integridad física de las personas NO ESTÁ A RESGUARDO, toda vez que la misma autoridad se colude abiertamente con la delincuencia para que así suceda, y la segunda, la ausencia de un sistema de justicia penal eficiente, como instrumento para contener las actividades delictivas más lesivas a la sociedad (abatiendo la impunidad). Derivado de esto, la inseguridad y violencia se han instalado a sus anchas a lo largo y ancho del país.

La impunidad crece y la autoridad no ha sido capaz de ponerle un hasta aquí, lo que muestra, para infortunio de los mexicanos, es insuficiencia y mediocridad. Su deplorable actuación ha permitido que el crimen organizado crezca como un cáncer, acentuando la dinámica de una espiral de violencia con consecuencias que será muy complejo revertir. En la administración de justicia es donde el sistema exhibe sus mayores flaquezas, y es precisamente ahí donde debiera mostrar su efectividad.

La fortaleza institucional y el estado de derecho son indicadores sustantivos de que la sociedad avanza. Se invierten grandes cantidades de dinero en este rubro, pero no hay mejoría. Todo indica que el problema estriba en la falta de voluntad genuina de los actores facultados para dar soluciones. ¿Cómo puede confiar el hombre de a pie en autoridades así? Cuando la población tiene confianza en su gobierno, éste tiene un plus a su favor, porque esa CONFIANZA les brinda la certeza de que habrá observancia de la ley y que disminuirá la necesidad del uso de la fuerza o de la coacción. Se genera UN ESTADO DE DERECHO, por conveniencia mutua. La confianza en la autoridad disminuye el grado de incertidumbre, se fomentan la cooperación y los acuerdos. Se “respira” en el ambiente la sensación de que el gobierno – para decirlo en términos coloquiales – se OCUPA del bienestar de sus gobernados.

El país tiene graves problemas sociales YA, el Gobierno Federal de extracción príista no quiere entender que México ya no debe ser dirigido con el “estilo” que ellos impusieron en sus 70 años de absolutismo. Ya no es posible, tapar la realidad, aunque se gasten millones de pesos en mercadotecnia publicitaria en el empeño.


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