Sobre lo que es ser conservador

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Ahora que arrecian las noticias sobre cuestiones electorales sería bueno empezar a definir ciertas cosas para nuestro voto. Más allá de lo que digan los candidatos, de lo que anuncien sus miles de spots, es bueno que uno vaya haciendo una idea propia sobre por qué cosas sí votaría y por cuáles no, y en eso buscar quien las representa. Escucharemos que la izquierda que la derecha, que los liberales que los conservadores. Van algunos subrayados del libro La actitud conservadora, de Michael Oakkeshott (ed. Sequitur), para lo que sean de utilidad.

“La política es un espectáculo desagradable en todo momento. La oscuridad, la turbiedad, el exceso, las componendas, la apariencia indeleble de deshonestidad, la falsa piedad, el moralismo y la inmoralidad, la corrupción, la intriga, la negligencia, la intromisión, la vanidad, el autoengaño y por último la esterilidad”.

“Ser conservador es preferir lo familiar a lo desconocido, preferir lo experimentado a lo no experimentado, el hecho al misterio, lo efectivo a lo posible, lo limitado a lo ilimitado, lo cercano a lo distante, lo suficiente a lo excesivo, lo conveniente a lo perfecto, la risa presente a la felicidad utópica. […] los cambios pequeños y lentos le parecerán más tolerables que los grandes y repentinos; tendrá en alta estima cada apariencia de continuidad”.

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“La tradición no es depósito moral; es anclaje de prudencia. Mientras entendamos la sociedad como el arroyo de acciones insertadas en el tiempo estaremos bien resguardados contra los salvadores que creen que ni una gota del pasado los moja”.

“En resumen, se trata de la actitud propia de una persona plenamente consciente de que puede perder algo que ha aprendido a valorar; propia de una persona que, en cierto modo, tiene mucho que disfrutar, aunque no tanto como para no importarle perder las oportunidades de hacerlo. Esta disposición se manifestará, naturalmente, más entre las personas mayores que entre los jóvenes y no porque los mayores sean más sensibles a la pérdida, sino porque tiene mayor conciencia de los recursos que ofrece este mundo y suelen, por tanto, ser menos propensos a considerarlos inadecuados. En algunas personas, esta disposición es tímida sencillamente porque desconocen lo que el mundo tiene que ofrecerles: ven un presente carente de oportunidades”.

“Los cambios carecen de efectos solo para aquellos que no se dan cuenta de nada, que ignoran lo que poseen y permanecen apáticos ante sus circunstancias; y suelen ser celebrados indiscriminadamente solo por aquellos que no valoran nada, cuyos vínculos son efímeros y que desconocen el amor y el afecto”.

“El conservador estima que la función del gobierno no es la de encender la pasión y darle nuevos objetivos con que alimentarse, sino introducir un ingrediente de moderación en las actividades de personas demasiado apasionadas; limitar, desalentar, pacificar y reconciliar; no avivar el fuego del deseo, sino sofocarlo”.

“Saber atemperar nuestras propias creencias y deseos, reconocer la forma vigente de las cosas, sentir el punto de equilibrio de las cosas, tolerar lo que resulta abominable, distinguir entre el delito y el pecado y respetar la formalidad incluso cuando parece conducir a error, son logros difíciles”.

“No sabemos distinguir entre lo que nos gusta y lo que valoramos; la urgencia es nuestra escala de valores; y nos resulta difícil comprender que lo aburrido no es necesariamente despreciable. No toleramos la restricción y solemos creer, como Shelley, que el haber contraído un hábito es haber fracasado”.


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