¿Quién gana con debatir?

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Desde la antigua Grecia -quizá antes, pero no está documentado- ha habido debates entre contendientes políticos. Entonces en el Ágora, en la plaza pública, y más tarde en lugares protegidos, como el Senado Romano o en el Parlamento. Aunque en buena parte del siglo pasado no hubo muchos debates políticos públicos en México, en años recientes se han popularizado como parte de las campañas. Si bien los debates se siguen dando en lugares cerrados como teatros, ahora se prefieren televisados.

En 1960 se registra el primer debate televisado de la historia cuando un entonces novato Senador Kennedy enfrenta al curtido Vicepresidente Nixon. Las apuestas se inclinaban por Nixon, pensando que derrotaría ampliamente a Kennedy dada la diferencia en experiencia, pero el resultado fue muy distinto. El carisma del Senador y su facilidad de palabra derrotaron al experimentado Vicepresidente.

No en todas las elecciones habidas desde entonces ha habido debates televisados, en especial cuando el contendiente que encabeza las preferencias los evita. En más de una ocasión se han dado debates entre varios candidatos sin la presencia de quien se siente puntero, ausencia que le ha costado puntos de ventaja, y a veces, la elección.

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En todo debate hay un candidato que despierta nuestra atención bien sea por identidad partidista o porque su argumentación nos convence, y nos hace desear que triunfe al menos en ese momento. Si luego hay más oportunidades de debatir, el público atiende lo que se dice en forma cada vez más comprometida y se decanta más rápidamente por el candidato preferido. Además, también los contendientes se prepararán mejor para hacer propuestas constructivas y responder ataques sin insultar.

Porque candidato que recurre al insulto, a denostar o a acusar sin sustento pierde más intención de voto que la que gana. Los debates no deben ser intercambio de acusaciones, son para conquistar al público con propuestas constructivas; arrojar lodo no habla bien de ningún político, es mejor que ofrezcan propuestas constructivas, y no meros refritos, pues las ideas hacen la gran diferencia entre buenos y malos políticos.

En esta campaña ya ha habido varios debates entre candidatos, entre ellos a gobernador, destacando el reciente entre los contendientes por Michoacán, donde tres partidos punteros se han esforzado por presentar sus mejores representantes. Pero en el debate del pasado miércoles, a pesar de la altura y capacidad de los contendientes, se olvidaron de ser constructivos y pasaron a atacar a sus contrincantes.

Salvó el debate que la candidata panista, «Cocoa» Calderón haya enfatizado en la necesidad de que el resto de los candidatos presenten las 3 declaraciones imprescindibles para que los políticos generen la confianza que tanto falta. Si todos los políticos cumplen con presentar esas declaraciones, habrá ganado quien debe siempre ganar con el debate de ideas: el paìs.


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