Por sus cuatro costados

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Por: Diego Fernández de Cevallos

Gracias, nuevamente, a los señores González y al gran equipo de MILENIO por seguir soportándome.

La consciencia nos exige acciones virtuosas, no simples deseos.

Nace un nuevo año y debemos reflexionar sobre nuestras vidas, dejando por un momento las de otros y lo que sucede en el exterior. Analicemos, primero, el yo profundo. Veamos si ocupamos nuestro tiempo en ser mejores personas y si somos o no útiles socialmente. En el universo, el ser humano es un instante irrepetible, pero trascendente. Definir nuestras prioridades debe ser lo prioritario.

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Necesitamos superar los agravios recibidos y rechazar la aflicción por lo que nos pueda suceder, pues tal vez ni siquiera suceda. A veces sufrimos más por lo que solo imaginamos.

Atender lo urgente no implica renunciar a lo importante.

Recordamos el pasado e imaginamos el futuro, pero lo único que vivimos es el presente, y debemos vivirlo intensamente, sin dañar ni dañarnos.

Que la búsqueda de lo ideal no nos impida realizar lo posible, sabiendo que el buen caminante disfruta su camino, por escarpado que éste sea.

No olvidemos que en todo prepotente se oculta un impotente y que nadie nació para pisar a otro, ni tampoco nacimos para dejarnos pisar. El que se asume víctima de otro es en realidad víctima de sí mismo.

Está bien —como expresión de afecto— desear a los demás un ¡Feliz Año!, pero poco se logra con ello, es mejor que nos ayudemos a merecerlo y tratar de lograrlo. Eso, en gran medida, dependerá de nuestra actitud en la vida.

Entendamos, de una vez por todas, que los buenos gobiernos se conforman con instituciones sólidas que cumplen y hacen cumplir la ley, y que generan condiciones para el bien ser y el bien vivir de la población, porque los sátrapas, los tiranos embaucan a los idiotas, “maicean” a los desvalidos, amedrentan a los corruptos, hacen temblar a los cobardes y subyugan a todos imponiendo su animalidad.

La única manera de combatir eficazmente esa hidra de mil cabezas que se halla en todas partes y llamamos corrupción es combatiendo la impunidad, pues ésta es la madre de aquella, es la cerda que la cría, encubre y multiplica. Mientras la impunidad ronde, monda y lironda, en 95 por ciento de los delitos la protección de los derechos humanos y la vigencia de un Estado democrático de derecho serán quimeras.

Para que México sea gobernable, sin quedar sometido a gorilas, se requiere un esfuerzo educativo en favor de la legalidad y la solidaridad como estilo de vida institucional y ciudadana.

Y como cambiaron los caciques, pero son más purulentas la corrupción, la ineptitud, la ignorancia, la insolencia y la mentira, el desear a todos un venturoso año es un buen sentimiento, pero México reclama de sus hijos valor y generosidad, porque se sigue desangrando por sus cuatro costados.


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