El Producto Interno Bruto (PIB) de México cerró el primer trimestre de 2025 con un crecimiento de 0.2% frente al cuarto trimestre de 2024 y de 0.6% en comparación anual, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Este resultado refleja una recuperación progresiva y estable tras la profunda crisis económica de 2020, cuando el PIB cayó 18.8% en plena pandemia.
El desempeño económico actual se enmarca en una transición de volatilidad a estabilidad. Tras los altibajos de los últimos años —con picos de crecimiento de hasta 19.3% en el tercer trimestre de 2020 durante la reactivación postconfinamiento—, la economía mexicana ha consolidado un ritmo moderado pero sostenido. Desde 2024, los avances trimestrales oscilan entre 0.5% y 1%, una tendencia que se mantiene en el arranque de este año.
Recuperación progresiva desde la crisis
La trayectoria de México desde 2020 es notable. Luego del colapso inicial, el país experimentó una reactivación vigorosa en 2021, con crecimientos superiores a 4% en varios trimestres. Sin embargo, factores globales como la inflación, las cadenas de suministro y la desaceleración de Estados Unidos —su principal socio comercial— limitaron el impulso en 2022 y 2023. A partir de 2024, el PIB encontró un equilibrio: crecimientos leves pero constantes, lo que sugiere una adaptación a los nuevos desafíos económicos.
Contexto global y desafíos internos
El crecimiento de 0.2% en el primer trimestre de 2025 se alinea con el comportamiento de otras economías emergentes, afectadas por la incertidumbre en los mercados internacionales. En el ámbito doméstico, sectores como la manufactura y los servicios han mostrado resistencia, mientras que la inversión privada y el consumo se ajustan a las tasas de interés elevadas del Banco de México. Aunque la inflación ha disminuido gradualmente, su impacto persiste en el poder adquisitivo de los hogares, un factor clave para sostener el crecimiento.
Perspectivas para el año
Analistas de TResearch destacan que el avance del PIB en 2025, aunque modesto, demuestra resiliencia. La estabilidad macroeconómica, respaldada por reservas internacionales y un déficit fiscal controlado, reduce la vulnerabilidad a shocks externos. No obstante, para acelerar el ritmo de crecimiento, México necesita abordar cuellos de botella estructurales: infraestructura energética, productividad laboral y formalización del mercado laboral.
El gobierno enfrenta el reto de equilibrar políticas de austeridad con estímulos a la inversión, especialmente en tecnologías limpias y cadenas de valor estratégicas. Además, la proximidad con Estados Unidos sigue siendo un doble filo: mientras el dinamismo del norteño impulsa al comercio, su posible recesión en 2026 podría frenar a México.
Conclusión
El primer trimestre de 2025 confirma que México ha superado la volatilidad postpandemia, pero aún requiere esfuerzos para elevar su potencial de crecimiento. Con una base macroeconómica sólida y una recuperación sostenida, el país tiene las herramientas para navegar en un entorno global complejo. Sin embargo, sin reformas profundas y una estrategia de largo plazo, el avance moderado podría prolongarse, limitando su capacidad de competir en una economía global cada vez más competitiva.
Los datos del INEGI, analizados por TResearch, subrayan que la estabilidad no es un fin en sí mismo, sino un peldaño para construir una economía más inclusiva y resiliente.
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