Lo que no ha hecho el gobierno

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La extendida corrupción y la creciente inseguridad obstaculizan la creación de empleos

Estamos en un entorno de alta volatilidad. La drástica disminución de los precios del petróleo, el fortalecimiento del dólar, la posible quiebra de Grecia, son circunstancias que amenazan nuestra capacidad de crecimiento y la calidad de vida de las familias mexicanas.

En esta semana se han dado a conocer nuevos datos que reiteran que la economía nacional está atascada. De acuerdo al Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), la actividad económica en México registró un nulo avance en febrero, mientras que las previsiones de crecimiento para este año se han reducido paulatinamente, de 4.2% a 2.5 por ciento.

En las reuniones de primavera del Grupo Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, celebradas recientemente, el tema central fueron las consecuencias de un crecimiento mediocre en el mundo y como el que sufre México. Si un país no logra crecer a tasas más aceleradas se vuelve vulnerable frente a los vaivenes financieros internacionales, no fortalece su clase media y las personas en situación de pobreza aumentan, lo que compromete su desarrollo y  cohesión social.

El contexto internacional no va a mejorar mucho en los próximos meses y es posible que se sumen nuevos elementos de desestabilización como la pérdida de dinamismo de China, la recesión de Brasil o las tensiones diplomáticas entre Europa y Rusia. Incluso, algunos expertos consideran que estamos entrando en una era de crecimiento lento.

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Por ello, los países tienen que hacer una tarea interna importante si se quiere acelerar el desarrollo y estar lo mejor preparado para una crisis. No sólo se trata de buscar inversión extranjera o de mantener un adecuado ritmo de las exportaciones. Es urgente dinamizar el mercado interno y fortalecer las propias cadenas productivas. Esto es, precisamente, lo que no ha hecho el gobierno del presidente Peña Nieto y es una de las razones por las que la economía se encuentra estancada.

El gobierno ha provocado un debilitamiento del mercado interno con acciones como la Reforma Fiscal, que le dio un duro golpe a la economía familiar. Además, la extendida corrupción y la creciente inseguridad obstaculizan la creación de empleos.

Sumado a ello, las reformas estructurales no están siendo aplicadas y profundizadas desde la responsabilidad que le compete al Ejecutivo. El Poder Legislativo hizo su tarea, pero el gobierno no está haciendo la suya. Para muestra la Reforma Educativa, desafiada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ante un gobierno federal débil y complaciente de la violación sistemática de la ley. Si la educación no mejora, tampoco mejorará la productividad y los salarios bajos continuarán.

El gobierno debe, urgentemente, fortalecer el Estado de derecho, ganar la batalla contra el crimen organizado, tomarse en serio la lucha contra la corrupción, lograr dinámicas económicas de crecimiento incluyente y prosperidad compartida, mejorar el uso del gasto público, mantener la disciplina fiscal y detonar el desarrollo en sectores sumamente atrasados como el campo.

Frente a un entorno internacional complejo y sumamente dinámico hay tareas que nadie más puede hacer por nosotros. México tiene que jugarse todo en estos años venideros. No hay más tiempo que perder. Lo que hagamos o dejemos de hacer hoy impactará en los próximos 30 años y definirá si damos de una vez el salto hacia la prosperidad.


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