Las rebajas en las multas de tránsito

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¿Qué sigue? El gobierno debe comenzar a aprender de sus errores. Diseñar y aplicar políticas sensibles, socializadas y aceptadas por los ciudadanos y especialistas.

La falta de planeación de las políticas públicas en la Ciudad de México nuevamente le ha costado al gobierno tener que retractarse de su implementación.

El gobierno central hubo de reconocer el pésimo recibimiento que el nuevo Reglamento de Tránsito tuvo entre la sociedad, por lo que se anunció un descuento de 80 por ciento a las multas, siempre y cuando sean pagadas los primeros diez días después de ser notificado.

Malas y buenas noticias.

Son malas, porque dejan en evidencia que el reglamento fue construido bajo una óptica técnica, rígida; sin sensibilidad política y social para alcanzar a comprender las implicaciones de un cambio tan drástico, que no fue debidamente socializado con los ciudadanos ni con especialistas en materia de movilidad.

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Son buenas noticias porque se manda una señal positiva de sensibilidad gubernamental al escuchar las quejas de los ciudadanos y dar opciones para paliar el alto impacto económico que representan los nuevos esquemas de penalización contenidos en el documento que, en teoría, regula la movilidad de la ciudad.

¿Qué sigue? El gobierno debe comenzar a aprender de sus errores. Diseñar y aplicar políticas sensibles, socializadas y aceptadas por los ciudadanos y especialistas.

Miremos atrás, apenas hace un año y medio, el Gobierno del entonces Distrito Federal sufría una crisis de aceptación, similar a la de hoy, con el endurecimiento del Hoy No Circula, en el cual se limitaba el acceso de vehículos a las calcomanías 1 y 0 con base en el año del modelo.

Una medida que llevó a propietarios de automóviles anteriores al año 2007 a acceder a los hologramas para evitar que circularan diario, por lo cual acudieron a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en donde les dieron la razón y obligaron al gobierno a retractarse de la medida.

Por la vía del amparo, los ciudadanos exhibieron la deficiencia en la planeación de las políticas y su impacto negativo. Eso sin contar las manifestaciones que llenaron calles de la ciudad.

Fue tal el impacto para el gobierno y su gabinete, que la lógica dictaría que habían aprendido de ese error, que no volveríamos a ver una retractación de tal magnitud.

Error nuestro al creer que así sería.

Hoy vemos a funcionarios justificando los cambios, haciendo los ajustes y pidiendo disculpas a los ciudadanos, pero no los vemos planeando para evitar otro fiasco similar.

Grupos sociales, como los ciclistas, han salido a manifestarse en contra de las rebajas a las multas, y tienen su parte de razón.

El problema no fue el incremento a las sanciones y el nuevo reglamento: el problema es la forma en la que el gobierno aplica los cambios, carente de estrategia y sin objetivos definidos que fueron exhibidos por especialistas que criticaron el nuevo lineamiento.

A lo anterior se suma la opacidad del contrato con la empresa que opera las fotomultas, lo que sólo deja ver que el diseño de la política y su implementación es un cúmulo de errores que le ha costado, y seguirá costando, al gobierno de la ciudad.


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