La narrativa del desconcierto

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El discurso del gobierno federal frente a Estados Unidos desconcierta. Levanta extrañezas porque, mientras los mandatarios tratan de destacar los lazos de colaboración entre ambas naciones, el gabinete mexicano deja constancia no sólo de las incongruencias de su política exterior con los objetivos y valores de prosperidad que nos unen a Norteamérica; sino de las inconsistencias de política interna en el interés prioritario de acelerar la recuperación económica para nuestro desarrollo.

Con este desconcierto, nuestro país está desaprovechando las ventanas de oportunidad generadas con el inicio del mandato de Joe Biden al frente de la Casa Blanca. Un activismo estadunidense en búsqueda de alianzas renovadas para retomar la ruta del crecimiento regional; así como el liderazgo de Norteamérica en la aportación de soluciones a desafios globales desde los foros multilaterales. Materias en las que México, a partir de sus principios democráticos y razones históricas, debiera estar más que alineado, para así convenir al cumplimiento de sus intereses estratégicos nacionales.

Quien nos deja ver lo alejados que estamos como país de ese liderazgo regional compartido es Canadá. El gobierno canadiense, a diferencia de nuestro gabinete, concibe la cooperación diplomática como un instrumento para la más amplia sinergia de esfuerzos regionales en beneficio de sus gobernados, en vez de un riesgo inminente a su soberanía. Concepción, ésta última, que de entrada, entorpece toda iniciativa de colaboración entre países. En ambos gobiernos, el estadunidense y el canadiense, el discurso tiene coherencia con la toma de decisiones.

No así en el mexicano. La Secretaría de Relaciones Exteriores un día presume que tiene garantizado el acceso a 232 millones de vacunas para inmunizar a los mexicanos contra el covid-19, pero tan sólo horas después se queja ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por el acaparamiento de dosis que realizan los países con economías avanzadas. Como si México no formara parte de ese bloque de las principales economías del mundo, y sin explicar por qué nos encontramos en el sótano de las naciones más importantes del continente en la aplicación de vacunas. Incluso por debajo de economías muy similares a la nuestra. De acuerdo con información de Our World in Data: Chile, Brasil, Canadá y Estados Unidos han administrado, cuando menos, el doble de vacunas por cada 100 habitantes, en comparación con México y Argentina, que está ligeramente arriba de nosotros.

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En términos de asegurar el diálogo de nivel con una de las dos regiones más importantes para nuestro país, llama la atención la ausencia de un subsecretario para América del Norte. Un vacío institucional grave, porque, debido a su nivel e importancia en el seguimiento de la relación bilateral, no puede ser sustituido con un encargado de despacho a nivel de director general. Eslabón faltante que, además de poner en desventaja la interlocución oportuna de México, ha permitido el deterioro paulatino de los servicios ofrecidos por los consulados que atienden a nuestros connacionales en Estados Unidos.

En un abanico de inconsistencias similares se encuentra la Secretaría de Energía. Dependencia cuya toma de decisiones va en sentido contrario a lo ordenado por la Constitución, pero pretexta su andanada contra las inversiones de empresas extranjeras en una supuesta defensa de la soberanía. Todavía el gobierno federal reafirmó de nueva cuenta que su reforma al sector eléctrico no estaba en duda por las conversaciones con el presidente Biden, cuando resulta evidente que no se trata de un tema diplomático, sino de uno de orden jurídico, como comprueban las sentencias de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Finalmente, a diferencia de los países vecinos del norte, México no se encuentra en sintonía en la lucha contra el cambio climático. La obstinación de la Comisión Federal de Electricidad por generar a partir de combustóleo nos aleja de un bloque multilateral que quiere mitigar los efectos que año con año genera pérdidas millonarias en destrucción por fenómenos naturales. Además, resulta difícil pensar cómo el gobierno de México va a cumplir el compromiso establecido ayer con el presidente Biden de impulsar las energías limpias, si la Sener no sólo se niega, sino que está dispuesta a pelear su apuesta por los combustibles fósiles en los tribunales.

La narrativa del desconcierto, sumada a la falta de apoyos a trabajadores y pequeños negocios para reactivar la economía al nivel del compromiso político observado en Estados Unidos y Canadá, no sólo entorpece el liderazgo que corresponde a México en Norteamérica, sino está condenando al país al subdesarrollo de sus capacidades.


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