La impostergable suspensión al pago de la deuda (IV y última: La ejemplar moratoria de Juárez y la renegociación de Cárdenas)

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Para los tecnócratas e ideólogos del neoliberalismo la sola mención del no pago de los intereses de la deuda pública, es motivo de anatema contra quienes alientan tal propuesta invocando el cumplimiento de esta usura de los organismos financieros internacionales, como parte de las obligaciones irrenunciables de los Estados en un mundo “civilizado” y globalizado.

Los medios al servicio de estos poderosos grupos mundiales siempre lanzan las veladas amenazas de duras sanciones a aquellos deudores que alberguen la idea de no pagar los altos costos de sus empréstitos, pero en el caso de México, ha habido momentos en su historia que el pago de los intereses de su deuda, han sido cancelados o renegociados con amplias ventajas para nuestro país.

En el gobierno de Benito Juárez se dejaron de pagar los intereses, de los años 1861 a 1888. Y durante el sexenio de Lázaro Cárdenas, se rechazaron las intimidaciones del entonces Comité Internacional de Banqueros –antecedente embrionario del Fondo Monetario Internacional (FMI)–. Y se logró abrir las puertas para una renegociación de la deuda en términos más favorables que recalaron en una reducción del 90 por ciento de la misma.

Como se señaló en anteriores entregas, la acumulación de la escandalosa deuda pública que a la fecha genera el pago de intereses anuales superiores al billón 200 mil millones de pesos, se generó de manera preferente a la llegada al poder de la tecnocracia neoliberal con el gobierno de  Miguel de la Madrid Hurtado; durante seis sexenios de este modelo económico y en aras de la liberación de la economía, se permitieron toda suerte de abusos y apoyos indebidos al capital nacional y extranjero sobre todo a los banqueros a los que no solo se les salvó con el rescate bancario del FOBAPROA, sino con la entrega de los ahorros de millones de trabajadores a través de las llamadas AFORES.

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Las recetas económicas dictadas por el FMI y el Banco Internacional se aplicaron a pie juntillas, elevando el monto y costo de la deuda, transformando deudas privadas en públicas, con lo que se incremento el endeudamiento del gobierno. Este círculo vicioso ha consentido que, por ejemplo, de los 500 mil millones de pesos iniciales del FOBAPROA, los mexicanos terminaremos pagando al menos cuatro veces más el costo inicial.

El Partido del Trabajo ha anunciado que este año impulsará en San Lázaro la cancelación del FOBAPROA, postura a la que de manea inédita se sumó a finales del pasado año el PRI –partido directamente culpable del problema originado en 1998–, pero el tema de la multimillonaria sangría a los recursos financieros del Estado no se va a solucionar deteniendo parte de la hemorragia presupuestal.

Es importante que se abra un debate a nivel nacional para llevar a cabo una auditoría y renegociación sobre el pago de la deuda, fomentando además una reforma fiscal que grabe de manera más justa a las grandes fortunas y reduzca impuestos a los trabajadores como es el caso del ISR, aplicado incluso a sus salarios y prestaciones sociales de los burócratas, cuando las grandes corporaciones pagan solo un 2,4 por ciento y las mineras que han saqueado las riquezas de nuestro subsuelo, apenas y aportan a las arcas públicas, el 0,02 por ciento de sus ganancias.

La Promotora por la Suspensión del Pago de la Deuda Pública en México (PSPDP), viene planteando desde el 2020 la necesidad de que todos los sectores se sienten a dialogar sobre un tema que es crucial para el futuro del país, su desarrollo económico y el bienestar social de millones de familias. Lo expuesto a lo largo de esta serie de artículos, demuestra la necesidad de hacerlo por el futuro de las nuevas generaciones. Es momento de liberarnos de los grilletes impuestos por el neoliberalismo y que nos han encadenado al subdesarrollo y la pobreza.


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