
A la señora Sheinbaum la colman de encomios por cómo ha sorteado las amenazas y agresiones contra México producidas por el engreído y patán presidente de Estados Unidos.
Ciertamente, la presidente acertó al abandonar rápidamente sus alardes, algo cómicos, en el sentido de que tenía los planes A, B, C (y tal vez hasta el Z) para responder eficazmente ante los aranceles y otros castigos, diciendo que “a México se le respeta, porque México es un país independiente, libre y soberano”, y un bla, bla, bla interminable, dirigido con “superioridad moral” al planeta. Le resultó suficiente para doblegarse constatar cómo Trump fulminó en un tris al impresentable Petro, presidente de Colombia, y cómo éste dejaba surco al recular.
A partir de eso, la señora Sheinbaum entendió, con evidente realismo, que la manera de evitar males mayores para México y su gobierno era sometiéndose a todas las órdenes que recibiera del troglodita, y que nos iría menos mal si cumplía rápida y puntualmente con lo que exigiera el imperio, eso sí, reservándose su derecho de parlotear, urbi et orbi, que jamás aceptará su gobierno “subordinación y sometimiento, sino colaboración y respeto mutuo”.
Pues, por esa actitud, algunos califican a la señora Sheinbaum de “gran estadista”, “talentosa diplomática” y “hábil negociadora”. La pregunta es: ¿qué ha negociado? (como no sea que la llame “elegante y maravillosa”) porque Canadá sí ha desafiado al agresor y no le ha ido peor que a México, pues le han impuesto las mismas cargas en su comercio.
Pero hay dos entregas en verdad ominosas:
Una: Si Trump obligó a Tartufo (alias AMLO) a enviar 30 mil militares a la frontera sur, ahora impuso a la señora Sheinbaum enviar a nuestra frontera norte a 10 mil militares más para evitar que migrantes, incluso mexicanos, entren sin permiso a EU. ¿De verdad hay soberanía cuando nos imponen cuidar el territorio del imperio? ¿Puede legalmente nuestro gobierno evitar el acceso de personas (incluidos mexicanos) al suelo del vecino, todo con cargo al erario nacional?
La otra sumisión, sucia y sin precedentes, es la entrega (no extradición) de 29 mexicanos a Donald Trump; algunos bajo riesgo de ser ejecutados. Sí, son peligrosos criminales, pero se violaron sus derechos fundamentales, porque estaban a disposición de jueces. Se dijo que fue “por seguridad nacional”, que “la presidenta no intervino en ello, y que lo decidió el Consejo de Seguridad Nacional”.
Primero: ella preside ese Consejo.
Segundo: conforme al artículo 14 de la Ley de Extradición, si ella no intervino, quienes lo hicieron son delincuentes que se arrogaron facultades que no tienen y deben ser castigados.
Tercero: si ella participó ¿por qué la encubren? ¿A quién pretenden engañar?
La verdad es que: la 4T miente, roba y traiciona, luego existe.
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