Más que la advertencia de que el imperio estadunidense seguirá poniendo de rodillas a México, lo importante de la declaración de la precandidata demócrata Hillary Clinton sobre la corrupción y la tortura en México radica en el hecho de que asumió la agenda mexicana agresiva del republicano Donald Trump.
El mensaje de Hillary a sus seguidores dejó claro que Trump tiene razón y que los mexicanos son los malos, lo que estaría señalando que la agenda migratoria de los demócratas sería igual a la de los republicanos y el voto hispano nada deberá de esperar de Hillary.
Esa sola declaración reveló la hipocresía del discurso geopolítico del establishment estadunidense sobre México: se trata de la misma Hillary Clinton que como senadora por Nueva York aprobó las leyes patrióticas del republicano George W. Bush que tiraron a la basura los derechos constitucionales y los derechos humanos y se dedicaron a torturar iraquíes y afganos para localizar terroristas.
Como secretaria de Estado del profesor de derecho constitucional que despacha como presidente de los EE.UU., Barack Obama, Hillary Clinton avaló las largas y sangrientas sesiones de tortura que agentes de la CIA realizaron en campamentos secretos en el Medio Oriente para localizar y asesinar sin mandato judicial a Osama bin Laden.
La historia se cuenta con realismo en la película Zero Dark Thirty (La noche más oscura, título en español), dirigida por Kathryn Bigelow e impulsada por Michelle Obama al Oscar del 2012. Lo interesante de la película fue que los datos de las torturas realizadas por agentes de la CIA fueron proporcionados y avalados por el entonces director de la CIA, lo que provocó un regaño legislativo. El hecho fue que el gobierno de los EE.UU. aprobó el uso de tortura cuando Hillary Clinton era secretaria de Estado; de ahí la hipocresía al regañar a México.
Los EE.UU. tienen una larga lista de actividades a favor de la tortura, entre ellas los asesores civiles y militares que entrenaron al gobierno de Vietnam del Sur y a las dictaduras latinoamericanas en técnicas de tortura. En 1970 el grupo guerrillero uruguayo los Tupamaros secuestró a Dan Mitrione, asesor secreto estadunidense en tortura del gobierno militar, y lo asesinaron.
En 1968 el periodista Seymour M. Hersh, quien pronto publicará un libro con su tesis de que la Casa Blanca engañó con el asesinato de bin Laden, reveló una matanza de civiles vietnamitas en la aldea de My Lai 4 y el caso fue anulado en cortes estadunidenses. En 1973 Hersh destapó las trapacerías de la CIA derrocando gobiernos y la CIA ni se inmutó. Y en el 2005 denunció torturas estadunidenses contra iraquíes en la prisión de Abu Ghraib.
En la era Bush el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, firmó un memorándum autorizando torturas como el ahogamiento de presos para obtener datos de terroristas; cuando se reveló el documento, Rumsfeld se burló de que a los presos los dejaran de pie diciendo que él trabajaba de pie más de diez horas y no se quejaba.
Y sigue la larga lista de violaciones de derechos humanos con las autorizaciones de Bush y Obama para el espionaje sin pudor de la Agencia de Seguridad Nacional.
Así que la declaración de Hillary Clinton debe preocupar no sólo por la hipocresía, sino porque ella viene con una agenda igual o peor que la de Trump.
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Política para dummies: La política es el camino para cobrarle a la sociedad sacrificios personales para beneficios… personales.
Sólo para sus ojos:
Una encuesta publicada por el diario Cambio de Puebla revela el desmoronamiento de la candidata priísta Blanca Alcalá y la derrota perfilada. Otros datos indican que fue una candidatura para perder ante la fuerza del gobernador panista Rafael Moreno Valle.
En Sinaloa hay versiones en columnas políticas que el gobernador Mario López Valdés Malova aceptó la candidatura del PRI pero que está trabajando para… su derrota. Datos indican que el candidato local Héctor Cuén Ojeda, del local Partido Sinaloense (PAS), ya alcanzó al priísta por el que nadie mete las manos, ni el PRI nacional.
En el gabinete ya hay autorización para que los aspirantes se muevan. Los que cuentan, obviamente, con el visto bueno presidencial: hasta ahora van Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray Caso, nada más; pero van a sumarse pronto otros dos para que la baraja no sea muy amplia que impida el control del proceso.
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