El triste llamado del inquilino de Palacio a realizar una marcha “en defensa de la Reforma Electoral” el domingo 27 es un pálido reflejo de la convocatoria ordenada por un López anterior para atraer aplaudidores a otras reformas constitucionales. Así, aquel en 1982 arrastró a Mexico a la debacle intentando no reconocer su incapacidad para manejar la economía (e incluso al país), y después de cometer error tras error buscó un chivo expiatorio en los banqueros. Ciertamente quienes practican la actividad bancaria no gozan de gran aprecio; por ello, con razón o sin ella, pocos se atrevieron a defenderlos. Y así ese presidente López convocó “al pueblo” a apoyar la nacionalización de la banca y el control de cambios.
Ambas medidas fueron aprobadas por un Congreso sumiso, pero no duraron mucho tiempo. Poco a poco se fueron liberando los controles de cambio, y tras unos años, desaparecieron totalmente; así mismo, los bancos manejados por el gobierno probaron ser muy buen negocio, pero sólo para sus gerentes, no para el país. En menos de dos sexenios, con el mismo partido en el poder, todas las medidas “revolucionarias” de aquel López pasaron al olvido.
Ahora que el actual López convoca a una marcha para intentar opacar las impresionantes marchas ciudadanas en defensa del INE del domingo 13, es obligada la comparación. Bajo la apariencia de una convocatoria a hombres libres está la indicación a mover a las masas en apoyo al tlatoani. A pesar de que él afirma que ahora son diferentes, el método de ambos López es igual: el presupuesto a las órdenes del partido para apoyarlo. Y no contentos con ello, presionan para que empleados públicos asistan “voluntariamente”, mientras gobernadores y secretarios de Estado garantizan que los empleados a sus órdenes no dejen de hacerlo. También amenazan retirar apoyos a quienes reciben ayudas sociales y motivan a asistir con despensas o efectivo.
Los ciudadanos no podemos quedarnos cruzados de brazos ante ese abuso por parte del poder establecido. Evidentemente no podemos hacer nada para detenerla, pero si podemos documentar el desperdicio presupuestal mediante fotos de los autobuses que lleven a los acarreados “voluntarios”, y en lo posible evidenciar a los promotores. Así, los diputados de las oposiciones podrán seguir la pista de los recursos desviados al acarreo, pues es grande la preocupación presidencial por ganar el 2024.
No dudo que habrá una gran participación de simpatizantes del gobierno, pero no todos irán en forma voluntaria. Distinguir ambos grupos no será difícil: los grupos voluntarios no llevan “pastores” o controladores, pero los que asisten en cierta forma coercionados, sí los tendrán. La marcha organizada por el gobierno parecerá más un desfile que una auténtica marcha ciudadana por estos controladores. Pero además, costará una pequeña fortuna en momentos que los gastos gubernamentales están afectados por los dineros requeridos para cubrir las necesidades extra presupuestarias de este régimen (Tren Maya, Dos Bocas, etc.).
En la medida que se evidencie el acarreo y el desperdicio de recursos esta marcha se le revertirá al organizador. Su fracaso no será porque no hayan acudido suficientes participantes sino porque lo desnudaremos en su manipulación. Si en tiempos de López Portillo la denuncia del acarreo no prosperó mucho por la acción de un partido acostumbrado a imponerse por décadas, ahora es diferente pues la conciencia ciudadana ha crecido exponencialmente y ésta está decidida a participar.
Cada ciudadano tiene el poder de convertirse en aquel niño de la fábula que gritó “el emperador va desnudo”, y mostrar abiertamente a este régimen hueco y manipulador que encantó a millones para beneficio de unos cuantos.
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