Hoy el problema de la contaminación nos ha puesto contra la pared. Gobierno y sociedad debemos encontrar soluciones.
Luego de que la nueva configuración del Hoy No Circula enfrentara a los ciudadanos con nuevos retos para su movilidad, queda la duda de cuáles son las estrategias del gobierno para atender a los usuarios del aproximadamente millón de coches que dejaron de circular diario.
La medida supuestamente busca reducir los índices de contaminación, pero a casi tres semanas de aplicación no ha habido un solo día sin mala calidad del aire; mientras que los ciudadanos carecen de sistemas efectivos de movilidad y no encuentran una alternativa en el transporte público.
El jefe de Gobierno lanzó un llamado a la Federación
–que gran responsabilidad y obligación comparte en la materia– para la creación de un fondo de cinco mil millones de pesos destinado a mejorar el transporte público y las políticas públicas encaminadas a reducir la contaminación.
Sin embargo, la llamada inversión al transporte público representa un lugar común amorfo en el cual si no se detallan las acciones, estrategias, plazos y responsables dejarían flotando los cinco mil millones de pesos demandados por el gobierno de la ciudad.
Irresponsable, también, el desentendimiento de la Federación que, en voz del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, determina que es inviable la transferencia de los recursos, pues en la coyuntura macroeconómica no es factible apoyar a la capital.
No obstante lo anterior, sí es viable transferir más de 123 mil millones de pesos a Pemex para atender deudas con proveedores y gasto corriente.
Las señales enviadas se interpretan: para el gobierno federal la capital no es una prioridad –no obstante su papel estratégico en la configuración política y social nacional– y los estados adyacentes tampoco son aliados en la batalla.
Sin embargo, parece que podrían estarse replanteando posturas. Al menos el secretario de Hacienda aceptó reunirse con el jefe de gobierno.
Por lo que ahora queda preguntarnos cuáles son las acciones a seguir. Sin lugar a dudas, la situación actual y su complejidad demanda que los gobiernos federal y local comiencen a pensar fuera de la caja, para nuevos modelos de movilidad e inversión en esquemas no convencionales de movilidad.
Por ejemplo, si la restricción vehicular se implementó para, supuestamente, reducir los índices de emisiones de contaminantes y no como una acción para limitar el uso del automóvil particular, pensemos entonces en proyectos de movilidad eléctrica.
En México la penetración del mercado de automóviles eléctricos ha sido lenta e insuficiente, pero con destellos de potencial para la movilidad de los ciudadanos sin emisión de contaminantes.
Actualmente en el país sólo hay 250 estaciones de recarga y se estima que hay poco más de 200 vehículos eléctricos circulando; lo que contrasta con los 245 mil autos y 22 mil electrolineras que hay en Estados Unidos.
Sin lugar a dudas estamos muy rezagados en la materia, pero si la estrategia del gobierno es generar y aplicar inversión en nuevos modelos de movilidad, ¿por qué no impulsar el crecimiento del mercado de automóviles eléctricos y sus estaciones de carga?
Hoy el problema de la contaminación nos ha puesto contra la pared. Gobierno y sociedad debemos encontrar soluciones no restrictivas sino creativas y de vanguardia. Es momento de generar la infraestructura del México de mañana.
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