Elecciones y creatividad electoral

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“No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”.
Jiddu Krishnamurti

La política se puede definir como la forma de solucionar o disminuir el conflicto entre dos partes con intereses encontrados. De entre todas las posibles definiciones, esta es la que considero retrata mejor el quehacer de un político, aunque hay muchas más, algunas la consideran un arte, una doctrina o un poder; de todas estas concepciones su común denominador es el objetivo: llegar a ejercer la dirección del gobierno de las sociedades, encontrando las soluciones justas que logran la convivencia armónica de los individuos que la componen.

En todas estas definiciones de lo que es la política, siempre se le describe con un alto contenido ético, considerando la persecución del bien común para todos los individuos; sin embargo, la realidad nos presenta la verdadera cara de la política en México y de gran parte del mundo: una actividad en donde el bien común es lo último que se espera conseguir, pues primero hay que obtener el poder, pero para alcanzarlo –al parecer–, ya no se puede hacer con propuestas o discursos conmovedores, tampoco con el tan anhelado recurso de promesas de un mundo mejor, de justicia, de equidad y demás.

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Los grandes filósofos nunca imaginaron que sus sesudas aportaciones quedarían como una nata que cubre un mundo sórdido y desquiciado, al menos en la mente de quien esto escribe y de gran cantidad de ciudadanos.
Durante los meses previos a las actuales campañas políticas, y durante las mismas, el quehacer político se transforma en una suerte de energúmeno maligno que sólo despotrica basura y excremento en busca de la pérdida de credibilidad del contrario, con el fin de destruir su honra para así conseguir los tan ansiados votos.

Poco a poco los ciudadanos van descubriendo secretos íntimos de uno u otro candidato, que pueden ser ciertos o no, que se resumen en extraordinarias riquezas ocultas, grabaciones de expresiones de desprecio y odio o de sórdidas negociaciones.

Pero lo fundamental es que muy a pesar de estas prácticas tan socorridas, al día de hoy por los políticos, la intención de voto no se modifica sustancialmente, pese a las encuestas, ya que el resultado termina definiéndose por el voto duro de cada uno de los partidos.

Tenemos escenarios en donde el dato final ofrece una escasa ventaja que pareciera un empate entre los principales contendientes, pues éste se decide gracias a la compra de los votos duros de otros partidos en un contexto en el que las justas electorales se han olvidado de la ciudadanía y se han convertido en pleitos entre pandillas, donde los votantes prefieren no participar.

La novedad en las pasadas elecciones fue la figura de los candidatos independientes, con quienes la población civil, la que no milita en un partido, decidió participar y darle su confianza por considerarlos diferentes.

Ahora, en estas elecciones, los ciudadanos descubren que nada cambió, que las campañas siguen siendo iguales, que las diferencias para hacerlas sólo se distinguen por el grado de pobreza ideológica, falta de propuestas y pereza mental de los candidatos, donde estos pequeños defectos son cubiertos con una avalancha de basura y desprestigio contra los contrarios con la finalidad de minimizar los defectos propios haciendo artificialmente mas grandes los de los contrincantes. Dicen que así son las campañas modernas.

Hoy en día la lógica para establecer los gastos de campaña es que un 30% se va para actividades proselitistas y 70% para la campaña negra, la difamatoria, la de espionaje o como guste llamarle a la guerra sucia que hay entre los representantes partidistas.

Actualmente, se espera todo gratis para impulsar la plataforma ideológica del candidato y se pagan pequeñas y grandes fortunas en las estrategias de desprestigio que buscan destruir la imagen del contrario.

Ahora los candidatos buscan a los «mejores» para que los apoyen en sus campañas, no escatiman promesas y puestos, incluso sobrevenden los puestos disponibles, con un alud de promesas a cambio de servicios.

Pero donde no hay ningún reparo, donde ningún costo es demasiado, es cuando se logra contratar al mejor en campañas negras, considerando que si se tiene en la nómina al mejor contacto que pueda develar los secretos oscuros del contrincante el triunfo está cerca, ahí no importa lo que cueste y se paga de contado, en efectivo, en lo oscurito.

La creatividad para presentar propuestas, ideas, futuros logros en las campañas murió hace años, o quizá nunca existió, lo de hoy es destruir la imagen del contrincante y el que logre sobrevivir en esta guerra es el que se lleva todo.
Por eso el ciudadano se aleja cada día más de los políticos; el ciudadano se encuentra asqueado de lo que son capaces de hacer sus futuros gobernantes y se aleja de las urnas. Hoy las elecciones son entre padrones de militantes, no entre ciudadanos. Los políticos no se han dado cuenta.

Por eso no sería extraño encontrar anuncios como el que sigue:

Se solicita hijo de la chingada para director de campaña política.

Requisitos:

•    Psicótico clínicamente diagnosticado.
•     Cínico
•     Megalómano
•     Cero empatía
•     Creativo
•    Sueldo según aptitudes
•    Experiencia requerida

 

@EnriqueDavilaV


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