El Zoológico de Chapultepec

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A través de protocolos y normas de actuación, la Semarnat y la Profepa deben tomar las riendas para el cierre de ese espacio.

El Zoológico de Chapultepec sigue de luto. Esta semana la cuenta acumula una muerte más. En menos de un mes tres animales han muerto, a decir, por lo poco que sabemos ante la opacidad en el manejo de la información, por negligencias, accidentes
y enfermedades.

Esta semana tuvieron que dar eutanasia a una leona africana debido a un tumor que habría causado problemas en su organismo y presentaba un crecimiento acelerado.

Una de las principales atracciones de la Ciudad de México se ha convertido en un espacio de muerte, deficiencia administrativa, pero, sobre todo, en la representación más clara y fiable de la ineptitud de la administración de la titular de la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México.

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Es un hecho que las autoridades locales y federales no pueden seguir haciendo caso omiso a la alarma generalizada que representa el Zoológico de Chapultepec, pero principalmente la gestión de Tanya Müller.

Lejos de las voces que se han pronunciado por el cierre definitivo de la atracción de más de 90 años de historia, sin lugar a dudas es momento de dar un paso atrás que nos permita hacer una reflexión y evaluación de la precaria situación en la que se encuentra.

Es momento, pues, de pasar a un cierre temporal de ese espacio para realizar una revisión a profundidad de las instalaciones y de la salud de sus habitantes para garantizar su preservación, pero, sobre todo, que tengan una calidad de vida en cautiverio.

El Gobierno de la Ciudad de México debe reconocer la precariedad por la que pasan sus tres zoológicos y la deteriorada calidad de vida de sus inquilinos.

Insisto una vez más que es momento de que la Federación intervenga.

A través de protocolos y normas de actuación, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales  (Semarnat) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) deben tomar las riendas para la suspensión temporal de los zoológicos de Chapultepec, Los Coyotes y de Aragón a fin de garantizar la supervivencia de los animales, adecuar instalaciones y emitir los lineamientos bajo los cuales deben operar y a los cuales las autoridades locales se deban de apegar.

La ciudad no merece el sello de ineficacia de una administración como la de Tanya Müller ni la estela que deja de desastres políticos, administrativos y ambientales. Se ha convertido en una verdadera calamidad con fracaso tras fracaso.

En diversas partes del mundo los zoológicos sirven como áreas de protección y conservación de especies, con altos estándares de calidad para la vida en cautiverio, aquí ya se han muerto seis animales en menos de un año. Lo que en cualquier país medianamente civilizado sería motivo de debate y de cese inmediato del responsable.

Bantú, Jambi, Khartoum, Lio, Maggie. Todos estos eran habitantes del zoológico donde sorprendieron a miles de visitantes y donde también, desafortunadamente, encontraron la muerte.

¿Qué está pasando con nuestro zoológico, con el zoológico de todos? El mismo que una vez fuera orgullo de México. Merecemos una explicación seria. Tanya debe enterarse que no se trata de una mala racha en su patio.


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