El PAN y su presidencia inmóvil

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La primera elección del año la perdió el PAN. Y la perdió feo porque si hace dos meses la diferencia de votos fueron solamente cientos de sufragios, ahora fueron varios miles. ¿Qué falló en el PAN? Básicamente su presidente, Ricardo Anaya. No porque él fuera el candidato o hubiera llevado a cabo la campaña. Simple y sencillamente porque no ha hecho nada de lo que prometió en ese partido. Anaya descubrió los spots y a ellos se entregó; fuera de eso, no existe. Nada de regenerar al partido, de darle otra cara. Todo sigue la inercia de la presidencia anterior.

Ernesto Ruffo, senador panista, narró hace unos meses cómo conoció al actual presidente del PAN. Dice que bajaba de un autobús cuando Anaya se le acercó y le dijo: ¡Ernesto Ruffo, ícono del PAN, estoy rodeado de ratas! Ricardo esperaba así conquistar al bajacaliforniano, y lo logró pues es parte de su equipo. Nada ha hecho Anaya para cambiar los motivos de su amarga queja. A saber de quién se haya rodeado, pero no parece haber cambiado mucho. Hay una comisión para investigar la corrupción de panistas, pero por lo que se sabe, se trata más bien de un confesionario que no investiga, sino que escucha a los señalados que, por supuesto, son inocentes.

El candidato del PAN, Jorge Luis Preciado, es la cara de ese partido. Representa la podredumbre del partido. Anaya lo sabe y prefirió llevarlo a la contienda y tratar de apuntarse una victoria que empezar la renovación del partido con derrotas pero teniendo candidatos dignos de una opción ciudadana. Preciado está más cerca del burdel que de un ideario político panista —si lo hubiera a la fecha, cosa que tampoco ha propuesto el presidente blanquiazul—. Tiene todo el derecho a hacer de su vida personal un papalote, pero el escándalo como vida privada no es una buena fórmula para un candidato. A Preciado nada le inventaron, simplemente se exhibió —de malas maneras, claro— la procacidad de su vida. ¿Esos candidatos son la ruta que escogió Anaya? No se trata de darse golpes de pecho, simplemente se tratar de ser lo que se oferta al electorado.

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La campaña del PAN en Colima refleja al partido porque se dieron las mismas mañas que antes. Nada ha cambiado con Anaya. Comenté el lunes, en este espacio, que coordinaba parte del equipo del candidato el inefable Chabelo Trejo —amo y señor de la doble nómina—. Bien, pues el señor Trejo se llevó a un equipo para trabajar en «estructura» que es como le llaman a la compra de votos. Así que coordinan y llevan a su empresa. Si el candidato pierde pues no importa, ellos ya ganaron. El partido como negocio para que nadie pierda, pues Preciado regresará al Senado.

Se entiende que así, el inmóvil Anaya se lanzará a las alianzas. Luego que no se queje de lo que sigue rodeado.


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