Algo pasa en el Gobierno del Distrito Federal que les ha entrado por la innovación, las medidas radicales y el deslumbrón mediático. No parece ser otra cosa la solicitud de renuncia de todo el gabinete realizada por Miguel Mancera.
Uno puede imaginar las caras de los secretarios cuando se les avisó que el jefe pedía su renuncia. Desde el “¿Y yo por qué?” hasta el clásico y revelador “Si yo no he hecho nada”. No deja de llamar la atención que el jefe de Gobierno se tardara tres años en evaluar a su equipo. Podemos suponer que Mancera un día hacía su cotidiano ejercicio cuando una serie de pensamientos asaltaron su cabeza: “¿Quién está en la Secretaría del Trabajo? A saber. Al de Desarrollo Económico sí lo ubico, es buena gente ese Salomón Cherto algo, nunca me acuerdo de su apellido.
La del Medio Ambiente, también. Pero de los otros ni me acuerdo. Cómo odio a Marcelo Ebrard, me cae. Ojalá Chong sí se encargue de él. Es inmamable. ¿Quién está en la Secretaría de Movilidad y qué es eso? Me siento extranjero en mi propio gobierno. No conozco a nadie. Ya sé, les pediré su renuncia a todos y así los conozco. Eso es innovador. Y les preguntaré qué hacen porque cada vez nos parecemos más al gobierno federal: todos nos mientan la madre”. Es probable que algo así fuera el factor de decisión del jefe de Gobierno.
Motivado por la medida innovadora, el procurador Rodolfo Ríos se dio a la tarea de realizar algo novedoso. Decidió ir directamente al lugar donde se generan las denuncias para enterarse personalmente de qué es lo que está pasando en la ciudad. Así que a las denuncias en medios de extorsiones a restaurantes en la colonia Condesa, el mismísimo procurador se apersonó en la comarca a cuestionar a los quejosos. Una superidea. “Con esto de seguro me ratifica el jefe”, seguramente pensó don Rodolfo. Acompañado de cámaras se acercaba a los vigilantes de los establecimientos y les preguntaba si el crimen organizado los había extorsionado o algo por el estilo. No, fue la respuesta contundente. Así que el procurador anunció con bombo y platillo que no hay extorsiones en la Condesa. Implacable su método de investigación. Solo falta que les pregunte a los delincuentes si ellos extorsionan a los restauranteros de la Condesa, que le contesten que no y asunto resuelto.
La Secretaría de Seguridad Pública también entró en el ciclo de la innovación. Decidió poner en Constituyentes (avenida en la que abundan los asaltos) una silla colgante de la que se desprenderá rapeleando un policía cada vez que descubra a un amante de lo ajeno asaltando a un ciudadano. Así que vamos de sorpresa en sorpresa con los renunciados. Falta que algunos policías se disfracen de botargas del Doctor Simi o de los minions y así detengan asaltabancos. Toda una diversión para chicos y grandes en la ciudad. Algo que seguramente tomará en cuenta el jefe para ratificar al responsable en su puesto. Y faltan más dependencias de innovar.
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