¿Dejar hacer, dejar pasar?, ¿Es la solución?

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A la vista de los acontecimientos que hemos estado viviendo en el actual régimen, me he preguntado si alguna vez ha existido en México la democracia. ¿Cómo es que hemos llegado a esto de su mano? ¿Llegamos de su mano? Hemos visto como en el día a día se denigra la vida institucional en nuestro país. ¿Existe la democracia? Tiene una premisa: la libertad. La libertad no es el culmen de la felicidad, si no la no sujeción a las ocurrencias de quienes en un momento determinado tienen a su cargo el Gobierno. Se lee muy bonito en nuestra Carta Magna que el pueblo es soberano… ¿Soberano? Si lo fuéramos otro gallo nos cantaba. Los que juegan por encima de los intereses de la nación son los de quienes se hacen del poder a punta de exacerbar las pasiones del electorado. Vivimos bajo la impronta de leyes hechas a modo del que tiene la mayoría en el Congreso, y esto no es nuevo. ¿Sabe por qué? Porque al grueso de los gobernados les vale una pura y dos con sal la división de poderes, es más, muchos ignoran lo que eso significa. Si las generaciones de ayer y por supuesto las de hoy, tuvieran conocimiento de por qué el Poder Constituyente le dio facultades al Poder Legislativo para ser el contrapeso del Poder Ejecutivo y evitar que este se desborde –como ha sucedido en mayor o menor medida–, no hubiéramos tenido partido hegemónico por 70 años, la alternancia hubiera rendido mejores frutos, el impasse del retorno se habría dado sin los resultados nefastos que conocemos y un individuo del talante del que ahora gobierna estaría acotado por el imperio genuino de la ley.

Tenemos un titular del Poder Ejecutivo, hoy, que ante el señalamiento del INE de que durante la campaña electoral que tendremos en los próximos meses no podrá seguir llevando sus mañaneras en los términos en que hoy lo hace porque en el artículo 41, apartado C, de la Constitución de la República, así se establece, y responde diciendo que se está atentando contra su libertad de expresión. El primer obligado a observar la ley es el Presidente del País, lo dispone el artículo 83 del mismo ordenamiento en cita, en su fracción primera.

El Poder Ejecutivo no tiene ningún contrapeso, porque así lo decidió una mayoría en 2018. Eso está arruinando a nuestro país. No se debe gobernar un país por impulso, por caprichos, por necedades. Al final del día los destinatarios de las consecuencias somos los mexicanos. Vamos en retrospección. Se necesita estar ciego a la realidad para no darse cuenta. Yo no sé usted, generoso leyente, pero yo estoy hasta la ídem de la demagogia exhibida un día sí y otro también. Es un insulto a la inteligencia, es una falta de respeto que debiera indignar a los mexicanos. El discurso del mesías se está cayendo a pedazos, se vendió como el salvador de México, pero sus hechos, su actuar, lo están presentando como lo que es. No es el estadista que México está necesitando a gritos. Se está destruyendo la economía y hay una regresión en la calidad de vida a ojos vistas. La división que ha sembrado va a cobrar un precio muy alto. Un gobierno democrático trata de sumar personas con intereses políticos distintos pero con un interés nacional común. Eso hizo Clístenes de Atenas hace 2 mil 500 años. De modo que está probado que si funciona.

El 6 de junio de este año, los mexicanos tendremos que decidir qué queremos para nuestro país. Ojalá que lo hagamos con responsabilidad y pensando en el bien de todos. Nuestro país necesita contrapesos en el ejercicio del poder y los únicos que estamos facultados para implementarlos somos nosotros, los ciudadanos. No tenemos excusa para lavarnos las manos y decir que no es asunto nuestro. A quiénes se va a cargar la trampa si no lo hacemos es a nosotros, los gobernantes nunca pierden… Ya debiéramos tenerlo bien claro.

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