Covid-19, la historia no está terminando

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Después de un año de enfrentar una de las pandemias más severas de la historia reciente, en los últimos meses se han dado noticias y se han observado fenómenos que inspiran optimismo en el control de la emergencia sanitaria por covid-19. Entre ellos destacan, sin duda alguna, la existencia de un conjunto de vacunas que consiguen mostrar importantes ventajas en la protección de las personas; así como mejores protocolos de tratamiento médico y caídas en ocupaciones hospitalarias que, para buena fortuna, tanto inhiben la progresión grave de la enfermedad como han hecho decrecer de manera muy sustantiva el ritmo de lamentabDles fallecimientos en comparación con los números de 2020.

Como es natural en este tipo de fenómenos, la eficacia de la comunidad internacional en la atención a la pandemia es un mosaico diferenciado que expresa la capacidad instalada de salud de cada nación, el grado de seriedad con el que autoridades y ciudadanos se disciplinan a las medidas sanitarias dictadas por la ciencia y el volumen de recursos desplegados para cortar con oportunidad cadenas de contagio. Estos factores, a la par de favorecer la salud pública, han dado oxígeno temporal al esfuerzo diario de las familias en su intento por revertir los impactos negativos en la economía de los hogares.

Sin embargo, a pesar de las señales que dan cuenta de notorios avances, como humanidad aún estamos lejos de poder cantar victoria. Por un lado, se siguen presentando casos nacionales donde la tragedia no cede. Excélsior daba cuenta ayer de que la India registra más de 303 mil muertes —una quinta parte de ellos ocurrida en tan sólo las dos últimas semanas— y con un sistema hospitalario que se encuentra completamente desbordado. En tanto, Brasil registra uno de los decesos de niños pequeños más graves del mundo, indicador que representa hasta cinco veces lo observado en el resto de los países del continente.

Por el otro, en el extremo opuesto, los países que han logrado controlar la epidemia con mayor efectividad llaman a su población a no bajar la guardia. En Estados Unidos, la directora de Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) alertó una “fatalidad inminente” ante lo que podría configurarse como una nueva ola de contagios masivos en las próximas semanas, tras detectase un incremento de 16% en las personas infectadas de coronavirus. Esto, a pesar del gran ritmo de vacunación alcanzado por la administración del presidente Joe Biden, que tiene a más de 131 millones de estadunidenses completamente vacunados. En Israel, las restricciones se relajan, pero su población está advertida de que las medidas podrían regresar si las condiciones se deterioran. A ellos se suman otros países con fronteras cerradas, por su temor a perder el control de la situación de salud.

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No cae en saco roto la urgencia de la Organización de las Naciones Unidas para considerar la pandemia en el contexto de una economía de guerra, con el fin de encontrar soluciones urgentes que aumenten capacidades para contener mayores efectos devastadores en el orden internacional. Entre ellos, el mismo secretario general de la ONU, António Guterres, cita los casi tres millones y medio de sensibles fallecimientos, así como los quinientos millones de empleos que se han evaporado desde el inicio de la pandemia.

En este sentido, resulta tan indispensable el corregir la toma de decisiones en políticas públicas, hasta ahora deficientes, como también establecer los mecanismos que permitan a la humanidad enfrentar con mayores capacidades futuras emergencias sanitarias. En esa discusión, efectivamente, es urgente abordar las restricciones que imponen las patentes a la mayor producción internacional de vacunas, más aun cuando recursos fiscales inciden en su descubrimiento, sea a través de inversiones o mediante compras anticipadas. Y, de ahí, asegurar legislaciones que las distribuyan sin opacidad y de manera equitativa al interior de los países.

Como también es pertinente la regulación y transparencia de la actividad desarrollada en laboratorios científicos, al considerar la hipótesis que habla de que este coronavirus pudo haber surgido del Instituto de Virología de Wuhan, de acuerdo con datos de inteligencia obtenidos por The Wall Street Journal. Si el covid-19 no desencadenó en una sociedad mejor, sí podría traer como consecuencia una regulación que fortalezca los mecanismos de prevención y atención de una pandemia como la que nos aqueja.


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