Capital sin capital

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En términos netos se hace un recorte de 293.7 mil millones de pesos, equivalente a 1.2% del Producto Interno Bruto (PIB).

El histórico recorte al Presupuesto 2017 presentado por el gobierno federal ha generado preocupación y no fue suficiente para proyectar la estabilidad económica esperada. Reducciones y prioridades que no consiguen alcanzar una lógica —al menos nadie la percibe— pese a que en términos netos se hace un recorte de 293.7 mil millones de pesos, equivalente a 1.2% del Producto Interno Bruto (PIB).

La reacción de las calificadoras confirma la premisa. Standard & Poor’s aseguró que la táctica no es suficiente, debido a que presenta una tendencia creciente a la deuda, lo que genera incertidumbre, pues es una orientación que ya es la marca de la actual administración.

Los recortes inciden no sólo en el gasto de inversión, lo que merma el PIB potencial. Se incrementa la deuda pública con un endeudamiento neto de 495 mil millones de pesos.

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La propuesta presentada también reduce el gasto en el sector de la educación, la salud y en el de desarrollo social.

De manera local, el proyecto es incluso más preocupante, pues en contrasentido al compromiso mostrado por la administración federal, esta vez se asignan cero pesos al Fondo de Capitalidad.

Golpe brutal para la consolidación de proyectos del gobierno de la Ciudad de México que contaba con esta asignación como parte fundamental de la estrategia en infraestructura.

Lo cierto es que la última palabra la tiene el Congreso de la Unión.

En la Cámara de Diputados y en el Senado se habrá de discutir el proyecto de Presupuesto enviado por el Ejecutivo y en donde deberemos ver desde una perspectiva diferente lo planteado y hacer los ajustes que sean necesarios.

Más allá de la forma, representada por el paquete económico de 2017, es más alarmante el fondo, identificado en las asignaciones presupuestales propuestas por el Ejecutivo.

La distribución de los estipendios lanza mensajes encontrados o en franca contradicción con la política adoptada previamente y los acuerdos alcanzados entre los Poderes de la Unión.

El jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, tiene entre sus reconocimientos la habilidad política para haber conseguido la consolidación de este Fondo de Capitalidad —así como la Reforma Política— y no es menor esfuerzo en un panorama político, siempre cambiante y adverso.

Ver reducido este logro a una asignación de cero pesos falta no sólo a los acuerdos logrados, sino que además envía una señal de distanciamiento en donde el gobierno federal deja de apoyar a la Ciudad de México en su condición de capital, con las necesidades presupuestales inherentes que ningún otro estado del país tiene.

De ello deriva la urgencia de indexarlo al proyecto de presupuesto para que, de manera automática, sea una obligación y no esté condicionado a los vaivenes políticos y económicos en turno.

La defensa del presupuesto de la Ciudad de México está ahora en el Congreso de la Unión.

Ahí deberemos preservar los recursos para la capital, no como una tendencia contraria a la propuesta del Ejecutivo, sino por el mismo contrasentido que ésta tiene, faltando a las necesidades y a los compromisos.

Es un recorte costoso, no sólo desde una perspectiva económica, pues es también de impacto social negativo.


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