Los ingleses ocuparon La Habana en 1782, lo que llevó a los Estados Unidos a mediar entre España e Inglaterra para llegar a acuerdos. Al año siguiente España cede Florida a Gran Bretaña para a cambio de entregar los territorios ocupados en Cuba, y la isla permanece otros 115 años en manos españolas a pesar de intentos por ser independiente.
Cuando explota el acorazado USS Maine en la bahía de La Habana el 15 de febrero de 1898, los Estados Unidos tienen un pretexto para intervenir en favor de quienes luchaban por independizar a Cuba de España. Si bien causas de la explosión nunca fueron aclaradas, desde entonces los Estados Unidos quieren ser factor de decisión en la isla.
De 1898 a 1901 los estadounidenses ocupan Cuba, y ese año la declaran país independiente, pero con una enmienda (Platt) que les permite intervenir en Cuba cuando lo crean conveniente. Durante los siguientes 57 años ejercen su influencia tanto sobre los gobiernos democráticos como dictatoriales de la isla hasta el último día de 1958.
El primero de enero de 1959 entran a La Habana las fuerzas de Fidel Castro y cambian totalmente la historia de Cuba. No sólo dejan de lado la influencia estadounidense sino, después de iniciales escarceos, se alían con sus adversarios ideológicos. Una intensa relación que dura treinta años hasta que el sistema socialista se derrumba en Europa, lo que no impide que el gobierno cubano siga siendo de esa ideología.
Fidel Castro gobernó Cuba con firmeza hasta 2006, y su hermano Raúl lo sucedió en 2008, suavizando el régimen sin dejar de ser socialista. Abrió Cuba al turismo y a la inversión extranjera, además de permitir pequeñas empresas familiares. Ya otorga permisos para salir del país y permite la presencia de reporteros de medios extranjeros, pero sigue controlando las grandes empresas y buena parte de la vida de sus ciudadanos. Les otorga más educación y más salud con calidad que la mayoría de los países latinoamericanos, pero no ofrece a sus habitantes suficientes trabajos bien pagados de acuerdo a sus conocimientos.
El anuncio simultáneo de Estados Unidos y Cuba de que reanudarán. relaciones diplomáticas ha despertado en el mundo expectativas de cambio en la isla, aunque las opiniones varían enormemente. Hay quien piensa que al igual que la Unión Soviética, Cuba se derrumbará en el futuro cercano. Aunque también hay quien ha dicho que Cuba seguirá siendo dictadura socialista por largo tiempo, lo más seguro es que sufrirá cambios como los que han tenido otros países socialistas como China o Vietnam. Pero el sólo hecho de haber permitido grandes inversiones a multinacionales en hotelería y petróleo no quiere decir que abrirán el resto de la economía.
Antes de opinar que va a pasar entre ambos países, primero tendremos que saber si el Congreso de Estados Unidos aprobará el restablecimiento de relaciones y, sobre todo, si levantará el embargo económico, comercial y financiero que estableció en 1960. Este embargo ha sido el argumento en ambos lados del estrecho de Florida para culpar a la contraparte de todos los males de la economía cubana. El Congreso estadounidense lo creó para obligar a Cuba a aceptar sus términos generando presión popular por la escasez, pero sólo logró que el gobierno cubano culpara a Estados Unidos de las penurias de su economía.
Suponiendo que el Congreso de Estados Unidos apruebe levantar el embargo en términos aceptables para ambos países, entonces los cambios que se den dependerán sólo de lo que haga Cuba. Quizá la ciudadanía cubana se imponga a la administración socialista y logre una apertura tipo Europa Oriental (Polonia, Rumania, Hungría, etc.), pero también es posible que la apertura sea sólo la que el gobierno central permita. Sólo los cubanos deberán decidir su destino, sin intervención.
A pesar de lo anterior, no debemos permanecer ajenos al cambio. Si bien la decisión deberá ser sólo cubana, México, junto con el resto de países latinoamericanos, debe acompañar el cambio para que sea pacífico y terso como se merece un pueblo que no ha podido tener un gobierno acorde a sus sueños y capacidades.
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