Autosuficiencia energética: Andrés Manuel le da la razón al PAN

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Por: Aminadab Pérez Franco

Desde luego que los mexicanos se molestan cada vez que ocurre un apagón. A las gélidas temperaturas que sufren en este invierno los estados del Norte del país, se sumó esta semana la falta de energía que apagó por muchas horas los sistemas de calefacción, las industrias, los negocios, las redes, el entretenimiento y hasta los condensadores de oxígeno de los enfermos de Covid-19 confinados en sus casas; además, los cortes rotativos, o mejor dicho, el racionamiento eléctrico, se extendió por casi toda la República.

Son las molestias propias de un país que sufre una transformación incompleta de sus modelos de generación eléctrica y energética, heredados de la época en la que México fue gran productor de combustibles fósiles como el petróleo y que supo aprovechar el potencial de los ríos para construir enormes plantas hidroeléctricas. El problema es que el uso de energía en el futuro no responde a ese viejo modelo, porque el avance tecnológico, el desarrollo económico y el cambio climático imponen condiciones que hacen inviables los antiguos modelos de la economía petrolizada, la generación carbonizada, los combustibles fósiles, la energía nuclear y el monopolio gubernamental en el sector energético.

El martes 16 de febrero, el presidente López Obrador expresó el deseo que su gobierno trabaje para que México alcance la autosuficiencia energética. En eso tiene toda la razón el presidente porque nuestro país tiene, por fortuna, el potencial y las condiciones naturales para lograrlo a través de un modelo de generación eléctrica y energética fundamentado en las energías limpias y que aproveche eficazmente los niveles de insolación y ventosidad existentes a lo largo y ancho del territorio nacional.

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Por desgracia, el mismo presidente que quiere la autosuficiencia está peleado con la solución. Este mismo mes envió al Congreso una iniciativa preferente de reforma al sector eléctrico que subordina, restringe y entorpece el desarrollo de las energías limpias para darle preferencia a los fierros viejos de la Comisión Federal de Electricidad y a las termoeléctricas que queman carbón, combustóleo y gas, las cuales, además de anticuadas, son ineficientes, son botín de intereses sindicales, producen electricidad cara y emiten diversos contaminantes que son más peligrosos que la pandemia, porque al respirarlos millones de mexicanos corren el riesgo de contraer cáncer y otras enfermedades pulmonares y crónico-degenerativas.

Es paradójico que mientras en el mundo de la lucha contra el cambio climático está casi proscrito quemar combustóleo y carbón, en México el actual Gobierno Federal reconvierte termoeléctricas de la CFE para quemar esos combustibles, no para asegurar que haya luz, sino en un intento desesperado por salvar al otro elefante blanco heredado del pasado: PEMEX, el mito que al parecer subsistirá aun cuando se acabe el petróleo, cuando nadie use combustibles fósiles y a pesar de que el único barril que nos garantiza en el futuro es ser un barril sin fondo que se traga nuestros impuestos. Y de pasada, podrán asegurar el apoyo electoral de los sindicatos y legalizar el otorgamiento de asignaciones directas y operar otro tipo de negocios públicos discrecionales que si entienden.

Resulta incomprensible que teniendo suficiente asoleamiento y vientos para generar nuestra propia electricidad con plantas limpias y de vanguardia que detonan la inversión en zonas poco desarrolladas económicamente como los desiertos, la política energética del actual gobierno lo único que nos garantiza en el mediano y largo plazos es seguir dependiendo del gas que México importa de Estados Unidos en lugar de generar energía y empleos en nuestro país.

Y más contradictorio aun resulta, que un gobierno que se supone debería ser revolucionario, visionario y patriota, cuyo objetivo primordial fuera alcanzar la autosuficiencia energética, esté negado a producir energía más limpia y barata y que no aproveche las ventajas naturales del territorio nacional, las cuales resultan evidentes hasta para el más obtuso burócrata planificador de escritorio del Ejecutivo Federal. Pero no, los prejuicios ideológicos y estatistas del gobierno en turno le impiden tomar la decisión correcta y, por querer manejarlo todo, han frenado la inversión privada y el desarrollo tecnológico en el sector de las energías limpias con un criterio que bien podría calificarse como traición a la patria.

La iniciativa presidencial en materia energética es conservadora, retrógrada, dogmática, contaminante, subjetiva, revanchista e ilógica ante la realidad del mundo, ante las tendencias de avance e, incluso, ante las propias plataformas electorales y planes de desarrollo de los gobiernos de Morena. No corresponden, por ejemplo, el plan de Ciudad Sustentable y las políticas ambientales de Claudia Scheinbaum con la iniciativa presidencial y hasta ahora nadie en el gobierno capitalino se ha atrevido a criticar semejante contradicción propuesta por el inquilino de Palacio Nacional.

Curiosamente, los que sí han apoyado siempre y con todo la autosuficiencia energética son los deleznables partidos neoliberales del pasado. No faltarán los voceros cibernéticos del “nuevo régimen” que responderán criticando la visión del PAN de ver como negocio un modelo de generación eléctrica que reduzca los precios de la luz para las casas y las empresas, el haber creado organismos autónomos que garanticen la rectoría del Estado y el orden a la inversión privada en el sector energético, o establecer incentivos y firmar contratos de largo plazo para promover la inversión y el acceso a tecnologías del extranjero que aseguren la construcción de plantas que generen la electricidad que no puede desarrollar la CFE por estar en bancarrota técnica por la forma como se ha manejado bajo la administración de Manuel Bartlett.

En este tema, es el PAN el partido que, les guste o no a los nacionalistas de dientes para afuera, ha mantenido una visión progresista y pragmática, una política visionaria que fortalece la soberanía nacional, una propuesta de medidas para cuidar el bolsillo de las familias y elevar la competitividad de las empresas y emprendedores. Y, en contraste, es indefendible un gobierno enemigo de las energías limpias, que prefiere quemar combustóleo, que quiere reformar la ley para arrinconar y arruinar los proyectos de plantas fotovoltaicas y las granjas de aerogeneradores, rompiendo al costo que sea los acuerdos y contratos de largo plazo creados para asegurar la viabilidad financiera de los proyectos, tan solo por satisfacer los caprichos y prejuicios estatistas que sustentan la ignorancia energética de la actual clase política en el poder.

Si se pasa por alto que en México la Ley de Transición Energética obliga a que el año 2024 se alcance la meta de generar el 35 por ciento de la energía de fuentes limpias y renovables; si se pasa por alto que a nivel mundial el costo promedio de producción de un megawatt de energías limpias es de 66 dólares, contra 137 dólares que cuesta generarlo en una termoeléctrica y; si se pasa por alto que por cada punto que crezca la economía es necesario incrementar un uno por ciento la disponibilidad de energía eléctrica, el resultado es que con el actual gobierno de Morena, esas metas no se van a lograr y el crecimiento económico se detendrá por una estrategia que condena a nuestro país a no contar con la energía necesaria para remontar la crisis y combatir el desempleo y la pobreza, pues lo que habrá será energía insuficiente, cara y un servicio con fallas constantes.

Si la CFE y la CENACE en las condiciones actuales ni siquiera pueden operar eficazmente un sistema de cómputo capaz de mantener el balance del Sistema Interconectado Nacional para que no haya apagones, menos van a invertir en nuevas plantas, aun de tecnología obsoleta y, en esas condiciones, tampoco van a distribuir la energía de manera eficiente. Lo que nos depara el futuro son nuevos apagones y nuevos discursos llenos de justificaciones de un gobierno que le echará la culpa de las fallas al sol, al viento, al frío, a los nublados, a los incendios, a los sistemas fotovoltaicos y a los modelos de negocios que no comprenden, pero eso sí, en cualquier momento del día, tu casa se quedará sin luz. ¿Tu votaste por esto?


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