‘Ya no soy invisible’

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“Su Santidad, cuando fuimos compasivos, débiles y apátridas, nos condujeron a las cámaras de gas”:
Golda Meir.

Juan Pablo Rojas, un adolescente mexicano que reside en Chicago, nacido en Guanajuato y llevado a Estados Unidos en brazos por sus padres, nunca fue registrado. Su única ‘identidad’ era una constancia del hospital en el que nació en León, con el nombre de su mamá y su fecha de nacimiento. Juan Pablo vive en La Villita en Chicago y su caso fue dado a conocer por Univisión. Ahí nos enteramos del sufrimiento que a él y a sus padres les significaba ser y vivir como apátrida, sin posibilidad alguna de contar con su acta de nacimiento y, en consecuencia, sin documento alguno de identidad. Con el apoyo de Be Foundation y de la disposición política del gobierno de Guanajuato fue posible entregarle su acta en la sede del consulado de Chicago. Ese día cambio para siempre su historia y en especial las oportunidades para Juan Pablo y su familia. Ese día portaba una camiseta que decía “ya no soy invisible”.

Muy lejos de Chicago, Pascual Callejas, que llegó a Estados Unidos con sus padres cuando tenía tan sólo un año de edad, sin haber sido registrado en México, buscó beneficiarse de la Consideración de Acción Diferida para los llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés). Fue en ese momento cuando se enteró que no sólo no tenía la nacionalidad estadounidense, sino tampoco la mexicana, y por lo tanto no podría ser aceptado en ese programa. Pascual no se quedó ahí y durante años luchó por conseguir su identidad legal. Finalmente, mediante el apoyo de diversas fundaciones y de trámites que requirieron de voluntad política, fue posible conseguir que en México se expidiera su acta de nacimiento y le fuera entregada en San Antonio, Texas.

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Hoy Pascual existe legalmente. Junto con su acta de nacimiento tiene ya su matrícula consular, su pasaporte, es un beneficiario de DACA, obtuvo una cuantiosa beca por su extraordinario desempeño académico y logró llegar a la universidad. Conquistar su identidad ha transformado su vida, la de su familia y comunidad para siempre. Pascual rompió muchas amarras que lo ataban y hoy es un joven libre que puede ejercer sus derechos y seguir adelante con sus sueños. Hoy en día se estima que hay al menos 200 mil mexicanos en Estados Unidos, que al igual que Juan Pablo y Pascual, no cuentan con acta de nacimiento, que nunca fueron registrados cuando sus padres se los llevaron siendo muy pequeños. Son miles y miles de apátridas que viven sumidos en las sombras y enfrentan una doble invisibilidad y también una tragedia personal.

El día de ayer, con 76 votos a favor, el Senado de la República aprobó la reforma al artículo 44, fracción III, de la Ley del Servicio Exterior Mexicano, que impactará positivamente la vida de estos cientos de miles de mexicanos en Estados Unidos.

Esta reforma otorga la facultad a los jefes de las oficinas consulares para que realicen funciones de juez del Registro Civil y puedan expedir actas de nacimiento extemporáneas para los mexicanos que no fueron registrados en su momento.

Es importante recordar que el derecho a la identidad se encuentra plenamente reconocido en el artículo 4° Constitucional. Por lo tanto, es un deber del Estado mexicano implementar acciones para que se reconozca la identidad personal de su población.

De aprobarse esta reforma por los diputados, México estará dando un gran paso en la construcción de un sistema de registro incluyente, accesible y eficiente para poder atender correctamente a los connacionales en el extranjero.

Las diversas comisiones en el Senado han logrado un acuerdo responsable que, después de décadas, hará justicia para estos miles de mexicanos. Confiamos en que al turnarse a la Cámara de Diputados encontrará un sólido respaldo [que permitirá] resolver este vacío legal.

La red consular ha jugado un papel decisivo y no tengo duda de que dará la bienvenida a esta reforma tan anhelada. Son justamente las mujeres y hombres que encabezan los diversos consulados de México en Estados Unidos, quienes viven de primera mano esta tragedia humana y a quienes he escuchado pedir un camino de solución jurídica para que el derecho a la identidad sea posible.

La Cancillería mexicana y la red consular han mostrado un gran compromiso y respaldo a la tarea del Congreso y a la realidad que hoy padecen miles de connacionales. A esta cruzada se han sumado desde hace años liderazgos comunitarios como el de Artemio Arreola, en Chicago, y, por supuesto, Be Foundation.

Hasta que todos nuestros compatriotas puedan afirmar como Juan Pablo “ya no soy invisible”, debemos hacernos cargo y responder con prisa.


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