Viraje, pero no de reversa

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Es un hecho irrefutable que con varios funcionarios la evaluación sale sobrando, tendrían que haberse ido hace meses.

El golpe de timón, la maniobra para cambiar  el rumbo de gobierno es, antes que cualquier otra cosa, el reconocimiento abierto de que la actual administración capitalina enfrenta una crisis severa.

Eslabonadas, una tras otra, las malas decisiones se suceden, las encuestas reflejan con fidelidad el sentir ciudadano de inconformidad frente al incremento del boleto del Metro y el microbús, a la manifiesta incapacidad para resolver y aclarar el fiasco de la L12, la imposición del No Circula sabatino y la pasividad que raya en la complicidad con los vándalos de las marchas y plantones que han colapsado a la ciudad. Todo esto, sumado a la deficiente habilidad demostrada para comunicar algún resultado positivo, cualquiera.

El 5 de diciembre de 2012 en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, durante la toma de protesta de más de 20 funcionarios integrantes del gabinete legal, en su discurso el jefe de Gobierno aseguró que se trataba de los mejores perfiles, de las mujeres y hombres en los que depositó su confianza para servir a la Ciudad de México.

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Hoy los quiere correr a todos. Pero como si tres años no hubieran bastado para conocer el desempeño de cada uno, la renuncia de los funcionarios estará supeditada a un evaluación y, en los próximos días, se informará de las bajas y las altas.

¿Cuáles son las verdaderas causas que lo motivan para poner en capilla a los que públicamente defendió y respaldó? No hay excepción, desde el artífice de su mejor carta como es la dignificación del salario mínimo, hasta los más desafortunados e impresentables, como es el caso concreto de Tanya Müller, secretaria de Medio Ambiente e impulsora férrea del doble Hoy No Circula. Es un hecho irrefutable que con ella y otros funcionarios la evaluación sale sobrando, tendrían que haberse ido hace meses. Sin embargo, los cambios a destiempo terminan por ser una señal de debilidad.

¿En qué está pensando Mancera al trazar su nueva estrategia política? Entregar torres y alfiles para reconciliarse y cohabitar con Morena es un grave error, es meter reversa y no un viraje. A las huestes de López Obrador no les interesa el diálogo, ni el acuerdo político, quieren el total control de la ciudad. Tan claro como las urnas y botargas quemadas a las puertas de la jefatura de Gobierno.

Por otro lado, tan malo puede ser el gabinete, pero no recobrará simpatía alguna de los chilangos que lo eligieron mientras no toque ni con el pétalo de una sílaba a Peña Nieto. Por eso, AMLO lanzó sus misiles contra Fox y Ebrard los apuntó hacia Calderón. El jefe de Gobierno se siente cómodo cerca de Los Pinos, pero esa es la razón de fondo por la que los electores se están yendo a Morena, con todo y la regresión que ésta representa. El Distrito Federal es una ciudad que dejó de votar por el PRI desde 1994.

El jefe de Gobierno deberá mostrar todo su talento para navegar en aguas turbulentas y sin tripulación, al menos, mientras la tira al mar. La maniobra no pinta fácil, alejarse de Los Pinos sin encallar en Morena ni hundirse con el PRD. Por el bien de la ciudad, su gobierno deberá encontrar ruta pronto. Un viraje, pero no de reversa.


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