Regeneración o rebelión, la encrucijada del PAN

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Javier Corral plantea la Rebelión de las bases, mientras que Ricardo Anaya propone la Regeneración del PAN

Todos en el PAN queremos un cambio. Desde el militante de a pie hasta el actual presidente nacional sabemos que el deterioro del partido ha llegado al nivel de amenazar su propia supervivencia. La desaparición del PAN, más que electoralmente, en esencia, supondría la pérdida de una institución valiosa para México y dejar sin opción política a quienes se identifican con nuestro ideario.

La llegada del PAN al poder en 2000 significó el inicio de su descomposición. Tareas que durante décadas fueron vitales, como la formación de cuadros y la generación de pensamiento, se fueron abandonando por parte de las dirigencias nacionales y locales. Los modelos de gobierno dejaron de desarrollarse e implementarse, y en las bancadas el debate de excelencia dejó de ser un sello distintivo.

La relación con las organizaciones ciudadanas se descuidó y hasta los espacios internacionales en los que el PAN tuvo liderazgo dejaron de ser relevantes. El PAN se ensimismó y la dinámica interna, otrora centrada en ser un instrumento para el bien común, se sustituyó por una de competencia por el control del padrón como el medio más eficaz para hacerse de posiciones de poder.

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Los resultados de 15 años de deterioro institucional; de dos sexenios en el poder cuyos efectos no estuvieron a la altura de las expectativas ciudadanas; de los casos de corrupción que, comprobados o no, se han arraigado en la percepción pública; y de la falta de firmeza y combatividad frente al gobierno de Enrique Peña Nieto, están a la vista. Si a todo esto le sumamos el hartazgo creciente de los ciudadanos hacia los partidos políticos tradicionales, de no corregirse el rumbo, el futuro del PAN seguirá seriamente comprometido.

Para todo cambio hay diversas vías y, de cara a la renovación de la presidencia nacional del partido, quienes hasta ahora compiten han empezado a esbozar la forma en la que cada uno lo concibe y la forma de concretarlo. Javier Corral, quien tiene mi reconocimiento como parlamentario, plantea la Rebelión de las bases, mientras que Ricardo Anaya propone la Regeneración del PAN. Algo que celebrar es que hay sobre la mesa dos proyectos fundamentados en reflexiones profundas que animan la tan necesaria discusión sobre los asuntos más relevantes del PAN y de México.

La raíz de rebelión es bellum (guerra) y re (movimiento regresivo o reiterado) y, generalmente, se entiende como un acto de rechazo a la autoridad. Si bien, algunas veces la rebelión es la única alternativa para un cambio que supone mejoría, los costos de tomar este camino son altos. Regeneración viene del término latino regeneratio que significa lograr que algo recupere su forma o estado. Mientras que la rebelión ve al pasado señalando culpables, la regeneración busca colaboradores para construir el futuro. La rebelión genera un discurso polarizante y excluyente como el de categorizar a los panistas en “libres” y el resto, o como el que asume y difunde a los cuatro vientos que todo voto para Ricardo Anaya será producto de la imposición de los caciques. Estoy segura de que miles de panistas que, como yo, votarán por Anaya, lo harán tan libres y convencidos como los que lo harán por Corral.

Otra característica de la regeneración es que sabe que para que el organismo recupere su estado se necesita de todas las partes. El PAN sólo volverá a ser el PAN si regresa a sí mismo, para reconciliarse y recuperarse. Más que una rebelión que derroque a la autoridad necesitamos una regeneración que vuelva a hacer funcionar los órganos vitales del PAN. Sólo así podremos aspirar a no desaparecer y a seguir siendo un instrumento útil para México.


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