Un nuevo llamado

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América Latina atraviesa por una etapa complicada, a diferencia de años anteriores. Cada vez son más los países que enfrentan condiciones de encarecimiento económico, social y político que ponen en duda las decisiones que se han tomado a lo largo del tiempo.

Hasta hace unos años, América Latina comenzaba a despegar como una zona comercial y económica competitiva. Ante los ojos del mundo, los países latinoamericanos eran la promesa de un nuevo modelo de organización económica. Esto dio paso al surgimiento de la Unión de Estados Suramericanos (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la Alianza Bolivariana Para los Pueblos de Nuestra América (Alba), así como la renovación del Mercosur (Mercado Común del Sur).

Hoy la fuerza que estas alianzas llegaron a proyectar se ha venido abajo debido al contexto nacional que cada país atraviesa. El aislamiento, las decisiones tomadas y las acciones llevadas a cabo, bajo una visión política, han minado las intenciones de los que una vez formaron un bloque de progreso.

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Los ejemplos son evidentes: hoy Bolivia, en manos de Evo Morales, atraviesa una crisis social importante; la desigualdad en el país es cada vez mayor y la pobreza sigue creciendo ante la falta de oportunidades. Ecuador, bajo el liderazgo de Rafael Correa, se ha convertido en un país que perdió su dinamismo y hoy se encuentra estancado en un plan de izquierda que aún no se termina de concretar.

Argentina se encuentra inmersa en una crisis política; la aceptación del gobierno por parte de los argentinos ha caído ante las declaraciones encontradas del mismo gabinete de Kirchner, mismo que no ha podido estabilizar la economía del país sudamericano.

Brasil, con Dilma Rousseff al frente, pasa por una crisis económica y de ingobernabilidad como hace años no se veía. La inconformidad de los brasileños que llenan las calles de cientos de ciudades de aquél país pone en evidencia que la bonanza que alguna vez vendió el petróleo era sólo una ilusión. La corrupción que hoy opaca al gobierno ha puesto en duda lo que alguna vez logró Brasil.

Finalmente, Venezuela demuestra que la reclusión sólo trae consigo más aislamiento; hoy esa nación lucha por salir adelante sin el apoyo de los propios países que alguna vez la apoyaron, mientras el precio del petróleo sigue cayendo, poniendo en riesgo la sustentabilidad del gobierno que le heredó Hugo Chávez.

A diferencia de lo que la historia ha marcado, hoy Cuba se convierte en una opción viable de desarrollo al reanudar sus relaciones con Estados Unidos y abrirse a la posibilidad de volverse una potencia comercial. Hoy Raúl Castro, después de 50 años, le confiere un nuevo respiro al país que dirige y tal vez a Latinoamérica.

Esto es muestra que las medidas populistas, sin una planeación clara, no funcionan. La prueba es lo que ha ocurrido en Venezuela, Brasil, Bolivia, Ecuador, Argentina y hasta la misma Cuba, al cual unos años después de su revolución cayó en esa trampa. Los gobiernos tienen que trabajar con ideas modernas, crecimiento sustentado e inversión clara, y evitar políticas basadas en la supervivencia de los mismos a través de falsas esperanzas a los ciudadanos.

En el marco de la Cumbre de las Américas, se hace evidente que se necesita una nueva estrategia política y económica que fortalezca a los países latinoamericanos y los reposicione como una oportunidad de inversión y crecimiento.


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