Tribuna obliga

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Pocas veces somos testigos de la coordinación en los estratos de gobierno.

Cuando las voluntades son honestas, las alianzas arrojan resultados en beneficio de todos. El gobierno de la Ciudad de México y el Senado de la República dan ejemplo de ello con un convenio de colaboración para que la antigua Casona de Xicoténcatl albergue los trabajos de la Asamblea Constituyente que redactará la primera Constitución de la Ciudad de México.

Federación y gobierno local trabajando en conjunto en beneficio de los ciudadanos. Alianzas que funcionan y que no serían posibles sin las voluntades de personajes clave en la definición política actual.

Por una parte, el presidente del Senado, Roberto Gil, mostró su sensibilidad y responsabilidad como representante de uno de los Poderes de la Unión al impulsar que la antigua sede de la Cámara alta hoy vuelva a ser testigo de un momento histórico no sólo de la ciudad, sino de la nación.

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Reconozco la imparcial conducción que ha dado el senador Gil a la presidencia del Senado, así como el impulso que ha dado a la pluralidad y que se verá reflejado en el espacio para el debate que cambiará la realidad de la capital, el espacio donde se desarrollará la Constitución de la ciudad.

Del otro lado, el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, logró lo que ninguno de sus antecesores pudo: convocar a todas las fuerzas políticas y encontrar los consensos. ¿Cómo? Siendo un conciliador, pero, sobre todo, haciendo política.

No importaron los orígenes, las filiaciones quedaron en segundo plano y sólo importó el beneficio común.

Pocas veces somos testigos del engranaje y coordinación de distintos estratos de gobierno y voluntades, con resultados de alto impacto y alcance. No exagero al decir que ante todo es un momento histórico.

La vanguardia y avanzada se convierten en características compartidas por ambos personajes. Buena señal si es que esa se convierte en la constante de lo que en el histórico pleno de Xico ocurrirá.

El banderazo de salida está dado para cien constituyentes cuya apuesta debe ser velar por los derechos capitalinos y no por politiquería populista ni de grupos.

Queda claro que la aprobación de la Constitución de la Ciudad de México no es posible de manera unilateral. Sin los esfuerzos conjuntos y la colaboración de todos no se habría logrado la aprobación de la Reforma Política, como tampoco sería posible el trabajo de la Asamblea Constituyente si estas voluntades no se mantuvieran vigentes y alineadas.

Una etapa más ha sido superada, en breve empezarán los trabajos del Constituyente en donde nuevamente veremos la colaboración como eje fundamental. Compartiendo recursos humanos y técnicos, logística cooperada.

Quienes tenemos el honor y privilegio de pertenecer a la Asamblea Constituyente debemos estar a la altura de los compromisos que ya se han manifestado. Seamos congruentes con las voluntades mostradas, pero, sobre todo, los cien diputados debemos ser, insisto y subrayo, estadistas de primera línea en beneficio de los habitantes de la Ciudad de México.

Las puertas del recinto en el que Belisario Domínguez pronunció el discurso en defensa de la libertad de expresión y de la patria, sea tal tribuna la vara que mida el debate al que estamos obligados por una ciudad que merece ser la mejor y la más grande.


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