Solos contra la contaminación

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Hay que recordar que los gobiernos que forman parte de la Megalópolis también han optado por lavarse las manos.

Es en los momentos de crisis cuando se manifiestan las verdaderas filias y fobias, las alianzas y traiciones, y quedan expuestas las más bajas mezquindades. En la Ciudad de México, en las últimas semanas, hemos sido testigos del resultado de malas políticas públicas en materia ambiental y en su pésima implementación, en conjunto con la falta de visión de largo plazo de las autoridades.

Sin embargo, también ha quedado de manifiesto la mezquindad y el desdén con que el gobierno federal trata la Ciudad de México, como una víctima de ajuste de cuentas y sometido con falsas promesas de apoyo y chantajes políticos. La contingencia ambiental y los altos índices de ozono que recientemente orillaron a implementar en la ciudad un emergente y controversial doble Hoy No Circula temporal, están enmarcados más por los silencios inherentes que por las críticas más airadas.

El gobierno federal ha mantenido un solemne silencio en torno a la crisis que sumerge a los capitalinos en una densa capa de nata gris que inhalamos día con día.

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Mensajes desarticulados y la preparación de una “norma emergente” han sido el mayor esfuerzo y compromiso que la Federación ha tenido con el gobierno local, pues hay que recordar que los gobiernos que forman parte de la Megalópolis también han optado por lavarse las manos de un problema del cual comparten responsabilidad y son responsables.

Por si fuera poco, el gobierno capitalino ha lanzado la solicitud de una urgente asignación presupuestal para invertir en transporte público, a la cual el gobierno federal asestó un seco “no”.

Asumiendo que era suficiente con la desorientada e insuficiente intervención del titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Rafael Pacchiano, quien se conformó con encargar la creación de una norma emergente de verificación vehicular, una medida tardía y que no ayuda a resolver hoy en nada el problema ambiental.

¿Cuál ha sido el diagnóstico del secretario de Salud federal, José Narro? Hacer un estudio sobre el impacto de la contaminación. Como si la contingencia, las partículas medibles de ozono y la nula visibilidad no fueran elementos contundentes para determinar la emergencia.

En 2009, cuando la crisis de influenza A H1N1 azotó al país, pero principalmente a la Ciudad de México, el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa no vaciló ni un momento en dotar de apoyo y soporte al gobierno local; cuando las voluntades se priorizan los colores no importan.

En aquel momento toda la infraestructura federal se abocó al diseño de estrategias y acciones contundentes para enfrentar la enfermedad, pues la situación lo ameritaba; hoy, la gravedad de la contaminación requiere, por lo menos, el mismo nivel de atención. Sin embargo, los minutos dedicados a ello por el gobierno federal son un insulto para los capitalinos.

El bloqueo que los transportistas realizaron en la caseta de Querétaro, en protesta a la medida, es muestra innegable de la atención que el problema requiere al gobierno federal.

Pero hoy, en la crisis ambiental, desde la Federación ha imperado la valoración del costo político sobre el bienestar público.

Pobre Ciudad de México, tan cerca del colapso ambiental y tan lejos del gobierno federal.


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