Salón “Miguel Hernández Labastida”

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Más que un espacio del GPPAN será un faro inspirador que oriente las decisiones.

Este viernes pasado los legisladores panistas de la VI Legislatura cerramos con broche de oro los festejos de los 25 años de vida de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Hoy, en la sede de nuestro Congreso local ubicado en las calles de Donceles y Allende del Centro Histórico, uno de los salones lleva el nombre Miguel Hernández Labastida.

Don Miguel, como le llamamos con respeto sus amigos, cuenta con más de 60 años de militar en el PAN, ha sido diputado federal en cuatro ocasiones y local en dos oportunidades, y es el único legislador en la historia de la ciudad que ha sido dos veces coordinador de su grupo parlamentario en la ALDF.

Sin embargo, es mucho más que solamente un decano del PAN; es un maestro, de su conocimiento político todos los que convivimos con él, panistas y no panistas, abrevamos. Es un ser humano inigualable del que todos, panistas y no panistas, en algún momento, buscamos su consejo.  Como muchos otros, reconozco que como legislador soy egresado de la academia Hernández Labastida.

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Nombrar al salón Miguel Hernández Labastida ha sido también un homenaje para la democracia y la pluralidad.  Aunque la sala para Acción Nacional es mucho más que un espacio físico, puesto que desde 1988 ha sido el escenario en el que los integrantes del Grupo Parlamentario de Acción Nacional nos reunimos a trabajar, donde debatimos, confrontamos ideas y ajustamos estrategias, es importante señalar que se trata de un espacio institucional de la ALDF,  y el haber logrado colocar la placa con el nombre de Miguel  Hernández Labastida se debe también al acompañamiento y voluntad de los presidentes de la Comisión de Gobierno, Manuel Granados y Ariadna Montiel, y al apoyo de la mayoría perredista.

Hernández Labastida no ve a sus opositores como enemigos, tiene la sensibilidad política de reconocer en ellos las coincidencias, entiende que si bien difieren en las formas, comparten el interés de servir y trabajar por una mejor ciudad, por un mejor país y, sobre todo, por los que menos tienen.

Anécdotas trascendentes de su trabajo y legado como diputado se habrán contado por decenas durante todo el evento. Pero rescato una que resulta fundamental porque marca a este órgano legislativo por encima de los otros, al contar con una herramienta que define su vocación social.

Desde 1997, una cosa que ha distinguido a la Asamblea es la existencia de los módulos de gestión ciudadana. Ese sello deriva de la materialización de una conversación entre el entonces perredista Martí Batres y Don Miguel Hernández Labastida. Estando en la búsqueda de acciones administrativas, Miguel Hernández le planteó la idea de crear módulos de gestión y le indicó la ruta para favorecer de manera directa a los más desfavorecidos desde la Legislatura.

Gonzalo Altamirano, quien fuera coordinador del GPPAN en el año 2000, durante su intervención en el evento de homenaje refirió que el trabajo de Miguel Hernández Labastida “ha sido uno de los pilares fundamentales del PAN en el Distrito Federal” y sin duda que lo es, pero llama la atención, sobre todo, que no hubo uno solo de los asistentes que no se dijera orgulloso de ser amigo de Don Miguel.

Así, pues, el nombre trascenderá en el tiempo al espacio físico, sin duda lo que hoy se llama Miguel Hernández Labastida más que el salón del GPPAN será un faro inspirador que oriente las decisiones legislativas panistas en favor de una mejor ciudad.


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