Estamos ante la consecuencia de una irresponsabilidad acumulada de pasadas administraciones.
En el diseño errado de las políticas públicas y su deficiente implementación quienes siempre son los más afectados son los ciudadanos.
Los esfuerzos por reducir los índices de contaminación en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) han sido tan infructuosos y mal aplicados que sólo se han traducido en asertivos golpes a los habitantes de las metrópolis, quienes pagan los platos rotos de políticas erradas.
La más reciente modificación al programa Hoy No Circula —con nuevas y más restricciones para la circulación de vehículos particulares sin importar su engomado— soló deja ver que los gobiernos representados en la ostentosa Comisión Ambiental de la Megalópolis son y han sido incapaces de un plan eficiente de movilidad y control de emisiones.
En consecuencia, si las autoridades son incapaces de ofrecer soluciones inteligentes, la primera reacción es sancionar, condenar e imponer a los ciudadanos con mecanismos que no han demostrado resolver la polución de la ciudad.
Los gobiernos han sido incapaces de reconocer que la restricción vehicular no es en beneficio de los ciudadanos ni del medio ambiente, pues se trata de una medida de pánico, sin una visión de largo plazo.
Mientras tanto, no se habla de las obras viales mal planeadas, de las constantes manifestaciones que entorpecen el tráfico o de la falta de inversión constante y sostenida en los sistemas de transporte público para que éste sea de calidad y dé aforo a los millones de usuarios diarios para que se convierta en una alternativa real de movilidad.
Estamos ante la consecuencia de una irresponsabilidad acumulada de pasadas administraciones y de gobiernos de todos los niveles, y hoy no es posible ni admisible que se responsabilice en exclusividad al gobierno de la ciudad cuando las administraciones de los estados colindantes se han excusado de participar en políticas integrales.
Su nulo esfuerzo hoy se traduce en cargar a los ciudadanos con las consecuencias de sus omisiones; todos temen al reconocimiento y a cargar con los costos políticos, que siempre dicta la ruta de su conducta.
Y no sólo es la omisión de los gobiernos estatales. La Federación abandonó al gobierno de la ciudad.
No estuvo presente para la conducción de las medidas de la contingencia. En la asignación de recurso a proyectos de movilidad, se ha limitado a magnificarse con la creación del fondo de capitalidad; por cierto, logro del jefe de Gobierno, mas no así de la Federación.
El presidente Enrique Peña Nieto debe asumir, también, su responsabilidad en el tema, pues, insisto, es un problema de salud nacional que no se va a resolver con prohibiciones autoritarias y sin una política integral de acompañamiento.
Los ciudadanos ya fueron testigos antes de la aplicación de programas “temporales” como la tenencia y el propio Hoy No Circula original, por lo cual que hoy se anuncie la temporalidad en el endurecimiento a la restricción vehicular no garantiza que sea así.
Una medida destinada al fracaso y de la cual los afectados son, como siempre, los ciudadanos.
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