Nuestra clase política no deja de sorprendernos, en especial por su capacidad de cambiar de bando, a pesar de declaraciones pasadas, sin morir en el intento.
Panistas como Javier Corral o Manuel Espino despotricaron en contra de Morena, incluso el primero calificó al expresidente López Obrador como ruin y señaló que su partido era una secta; otro caso es el de Miguel Ángel Yunes Linares, padre del senador del mismo nombre de quien es suplente, que hasta llamó mentiroso al exmandatario y lo criticó cuando era gobernador de Veracruz.
Pero ahora los arriba mencionados están en Morena, olvidando lo que dijeron en el pasado y claro que, purificados a su llegada al partido oficial, en donde se les olvida si cometieron algún ilícito o irregularidad.
Lo más llamativo es que para el ciudadano el hecho de que un político cambie de partido y pase de uno de derecha a otro que se dice de izquierda, con antecedentes cuestionables, no sea un factor para que el elector los castigue con su voto, como lo vimos en los comicios de junio de este año.
Y ya no hablemos de los enfrentamientos y críticas que se daban respecto a ciertos, en ese momento, militantes del PRI que ahora que pasaron a Morena son recibidos con besos y abrazos, como es el caso de Manuel Bartlett, Alejandro Murat, Quirino Ordaz, entre otros ejemplos.
No cabe duda que nuestra política es insólita y cada semana les daremos a conocer algo de esto en este espacio, ojalá nos puedan acompañar.
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