Arrastrando la derrota desde 2018, la oposición sigue entrampada en sus limitaciones que se reflejaron en el resultado de los comicios del pasado 2 de junio.
La pregunta que nos debemos hacer es que hay detrás de esta actitud, si es parte de una complicidad no confesada, simple incapacidad o pura estupidez de quienes dirigen a los partidos de oposición en el país.
Y es que distintos líderes de esta oposición han repetido en diversas ocasiones que conocen muy bien a López Obrador, desde Guadalupe Acosta Naranjo, Santiago Creel, Carlos Navarrete, entre otros, pero a pesar de ese conocimiento no lograron anticipar ninguno de sus movimientos o contrarrestar sus estrategias para emparejar la cancha política.
Si realmente lo conocen, como tanto presumen, hubieran impulsado desde 2018 la creación de una plataforma para difundir, amplificar y posicionar sus mensajes, propuestas y posibles candidatos, de manera similar a como lo hizo López Obrador desde su primera campaña presidencial.
Si en el año 2000, gracias a sus conferencias mañaneras que no pudieron ser nulificadas por la presidencia de Fox y el PAN, el exmandatario logró construir una plataforma que ayudó a alcanzar sus objetivos, algo que se combinó con su paciencia y perseverancia –o necedad si ustedes quieren– y ya conocemos los resultados.
En el sexenio que inició en 2006, luego de las protestas por el supuesto fraude electoral, la plataforma del lopezobradorismo se mantuvo crítica en contra de Felipe Calderón, poniéndole varios apodos además de llamarlo espurio, criticando su estrategia en contra del narcotráfico –con la etiqueta que se logró viralizar de #NoMasSangre–, además de amplificar los errores de la administración del panista.
En el sexenio que comenzó en 2012, a pesar de la derrota, el lopezobradorismo continuó con su estrategia y aprovechó temas como la Casa Blanca, los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y los errores de Peña Nieto para avanzar en su conquista de sus objetivos, aprovechando no sólo las redes sociales, sino que colocando en medios plumas afines que empezaron a impulsar la figura de López Obrador.
Esto generó la percepción de que AMLO era la opción ante los gobiernos del PRI y el PAN con sus errores y corrupción demostrada.
Esta plataforma también utilizó a periodistas que renunciaron a su oficio para abrazar la militancia, productores de contenidos en redes sociales, activistas que insistían en difundir una serie de mensajes que beneficiaban la causa, medios digitales que reproducían sus comunicados, así como algunos analistas cuyo prestigio fue aprovechado para criticar a los gobiernos pasados y posicionar la figura de quien llegó a 2018 con dos campañas presidenciales a cuestas.
Así, en dicho año no debería haber sido sorpresa el triunfo del ahora exmandatario, que también fue defendido por dicha plataforma de las críticas de opositores y ciudadanos por sus contradicciones, errores, actos de corrupción, nepotismo, cerrazón, falta de diálogo y confrontación constante a lo largo de su sexenio y de manera exitosa terminó su mandato como las cifras de aprobación lo muestran al final del sexenio pasado.
Pero los que tanto presumen de conocer “muy bien” a López Obrador, parecen omitir las acciones y estrategias que lo llevaron al poder al no poder replicarlas o intentar crear alguna plataforma similar que les hubiera ayudado a evitar una derrota que hasta se llevó entre las patas al PRD que perdió su registro, partido –por cierto– en el que militó muchos años el propio expresidente.
La batalla que ganó López Obrador en 2018 –y a lo largo de su sexenio– fue gracias a esa plataforma que permitió difundir y priorizar sus palabras y figura ante una oposición ineficaz, fragmentada y sin las herramientas necesarias para evitar que la votación del pasado 2 de junio fuera peor que la tuvieron seis años antes.
Lo llamativo es la oposición tiene periodistas afines, medios que pudieran ayudar a difundir sus mensajes, activistas que pueden contribuir a la causa, analistas que les pueden proporcionar información para criticar exitosamente a la nueva administración federal, mirando el horizonte de 2030 para evitar una nueva derrota que elimine, por medio de la pérdida de registro a partidos como el PRI, y hacer que no se prolongue el poder en manos de una 4T que ha demostrado su voracidad para mantenerse en el presupuesto incluso con militantes de partidos que ha calificado como parte de la mafia del poder y corruptos.
Y sí, con esa mafia y esos corruptos el actual partido oficial gobierna y tiene a sus defensores en medios y redes sociales, mientras la oposición se contenta con presumir que lo conocen muy bien, pero sin hacer algo que demuestre que ese conocimiento puede aplicarse en una estrategia eficaz que permita emparejar la cancha político-electoral en el sexenio que inicia.
Nunca es tarde, a menos que seas de esos que dicen conocerlo muy bien, pero no pueden ayudar a construir una plataforma que les ayude a ganar terreno en el campo de batalla de la comunicación política.
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