El periodismo militante ha florecido bajo los auspicios de la 4T. Se trata de una práctica para que progandistas o promotores de ciertas figuras o movimientos políticos destaquen sus supuestas bondades, así como acallar a los críticos ejerciendo una censura disumulada con la que buscan controlar medios y redes sociales.
Hay una gran cantidad de ejemplos de esta práctica, desde los youtubers que enzalzan lo que hace el gobierno en turno pasando por portales que sólo se dedican a aplaudir las declaraciones o acciones de sus patrocinadores; las mañaneras se llenan de ejemplos de este tipo de personajes que todos los días hacen preguntas a modo o, dejando de lado su supuesta función de informar, hasta piden abrazos al presidente.
En las redes sociales abundan los supuestos periodistas que tratan de disfrazar la realidad, si es con relación al narcotráfico acusan que los cárteles fueron creados por el PRIAN, si se denuncia la muerte de niños, buscarán la manera de culpar a gobiernos anteriores, si se habla de la violencia en Sinaloa culparán a Estados Unidos por detener al Mayo Zambada y así, pero nunca reconociendo que no están informando, sino haciendo propaganda.
Pero para varios integrantes de la 4T esto no debía ser así, al menos eso pensaben en el pasado, aunque ahora se contradigan.
Lástima que ahora olvidan lo que decían en años anteriores y como atacaban a los medios que defendían a gobiernos anteriores, pidiendo que se informara, hasta que descubrieron que se podían beneficiar de esta práctica.
Por cierto, ¿cuánto ganan los periodistas militantes de la 4T?
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