»Negacionismo’ de Estado’

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Es cierto, soy parte de ese pueblo muerto sin sepultura”, “mis padres lograron escapar…

No he sido educado en el odio, y el resentimiento no ha sido parte de mi universo”.

Un día su pueblo abrirá los ojos y les pedirá cuentas a sus líderes por los años de mentiras y de deshonor que lo han mantenido en la ignorancia de su propia historia…”.

…Es la humanidad la que también fue asesinada”.

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Cien años después el vientre de donde surgió la bestia inmunda sigue siendo fecundo”. “La muerte sigue rondando…”.

Lo dice el hombre que denuncia el drama de los cristianos en Oriente Medio, el de los yasidíes, y de tantos otros.

Palabras en Le Monde/París —recogidas por MILENIO el viernes pasado— de Charles Aznavour, hijo de sobrevivientes del genocidio armenio de 1915 a manos del régimen turco, con el apoyo de la Alemania aliada al Imperio Otomano, que dejara millón y medio de seres humanos masacrados con horrible crueldad.

Sueña con que esa región del mundo algún día viva el amor con el que se une su familia, integrada por cristianos, judíos y musulmanes.

Pasaron más de 70 años para que el Parlamento Europeo reconociera el abominable crimen. Después fue Francia, y ahora el Vaticano.

Un siglo después el presidente alemán, Joachim Gauck, acepta que fue genocidio, y asume la responsabilidad porque soldados alemanes participaron en la “planificación calculada” para el exterminio del pueblo armenio.

Recientemente el primer ministro de Turquía se indignó por la calificación de “genocidio” que a esa matanza le diera el papa Francisco, al tiempo que casi 33% de los jóvenes turcos exige de su gobierno que reconozca como tal esa brutalidad.

Lo narrado por Aznavour y los tardíos reconocimientos de lo sucedido hace 100 años en Armenia nos dejan muchas conclusiones, entre ellas:

1ª. Que hasta un ser humano nacido de quienes huyeron del mar de sangre en que fue convertida su patria es capaz de vivir sin odio ni resentimiento. La educación recibida lo rescató de quedar atrapado en ese pasado de dolor y de muerte. No lo impulsa el rencor, pero tampoco lo detiene el miedo.

2ª. Que el pueblo armenio, hace 100 años muerto y sin sepultura, sigue bajo la constante agresión y amenaza de invasión turca, ante la indiferencia de las grandes potencias “habituadas a subordinar la moral a sus intereses”.

3ª. Que mientras haya familias que eduquen y vivan como la de Charles Aznavour, y jóvenes  rebeldes le exijan la verdad a su gobierno, esa región y el mundo entero tienen esperanza.

4ª. Por lo que a México atañe, y guardadas las diferencias históricas sustanciales, debemos decidirnos a luchar, sin odio ni violencia, sin rencor ni miedo, sin “negacionismos”, contra las mentiras enseñadas como verdades de nuestra historia, de los desvíos de la vida política, de las carencias materiales y espirituales del pueblo y, también, por que cesen los ríos de sangre, que salen de madre, en bastas zonas del país. ¡Millones de pobres y miles de asesinados claman justicia, y la merecen!

 


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