Morena es un movimiento al que le cuesta trabajo convertirse en un partido institucional, con reglas claras y un actuar político apegado a la ética; es algo que está exhibiendo la presidenta Sheinbaum, quien con la carta que envió al Consejo Nacional de su partido pide se extirpen prácticas alejadas de los principios sobre los que se fundó dicha fuerza política.
Y es que pedir dejar de usar aviones privados, escoltas, camionetas blindadas, financiamiento privado, eliminar el nepotismo, la promoción personalizada adelantada, entre otras peticiones de la presidenta indican el momento por el que pasa Morena.
La razón es que los triunfos electorales han atraído a políticos ambiciosos de todos los partidos, por lo que en Morena conviven expriístas, experredistas, expanistas, así como exmilitantes de otros partidos, que hacen de esta mezcla algo potencialmente explosivo, pues no hay mucho en común entre los ahora militantes morenistas con carreras políticas tan diversas y hasta encontradas, por lo que es posible que los enfrentamientos internos sean cosa común.
Si a esto sumamos a quienes previamente combatieron a Morena, o fueron acusados por los propios morenistas de diversas irregularidades –incluida corrupción–, y que ahora están en sus filas, la cohesión interna podría ser una de las primeras víctimas de la dinámica interna en el partido guinda.
Por lo anterior, no sorprende que empiecen a darse rupturas internas en Morena, como es el caso de Renacer en CDMX, un grupo de morenistas que no están de acuerdo con la incorporación de expriístas al Movimiento; la gota que derramo el vaso de la paciencia fue el nombramiento de Adrían Rubalcava como director del Metro en el gobierno de la morenista Clara Brugrada en la capital del país.
Otro ejemplo es el del grupo La Mayoría en Jalisco, encabezado por el diputado local Alejandro Puerto –quien dice en su biografía en X (Twitter) que es obradorista de corazón– y que busca convertirse en partido político a partir de un desprendimiento de Morena.
Aunque se tienen pocos datos, también circula en redes sociales el Movimiento del Socialismo Democrático, que también sería parte de la fractura morenista y que se define como un grupo de “socialistas y comunistas que buscan el registro como Agrupación Política Nacional”.
Hay que recordar las protestas en contra de Mario Delgado, cuando era dirigente nacional de Morena, por las candidaturas que le fueron concedidas a exmilitantes de otros partidos en detrimento de los fundadores del Movimiento, protestas que continúan con la afiliación que se ha hecho en la campaña para contar con 10 millones de morenistas en su padrón.
Las quejas en contra de la afiliación de Alejandro Murat, Miguel Ángel Yunes Márquez o Luis Enrique Benítez Ojeda son muestra de la inconformidad interna, algo que motiva la pregunta de por qué hay interés de sumar a este tipo de personajes y otros –que en el pasado reciente, como es el caso de Javier Corral, atacaron al morenismo– que sólo provocan molestia entre los fundadores del partido y que aportan poco a un movimiento que pregona constantemente que la oposición está moralmente derrotada, pero afiliando a esos moralmente derrotados.
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