Moneda de cambio

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Se cumplen dos meses de la tragedia de la Línea 12 del Metro, ocurrida en el paso elevado entre las estaciones de Olivos y Tezonco. 26 personas muertas, decenas de heridos y ningún político de la 4T caído. Así, tal cuál, a la fecha no conocemos a los responsables.

Los peritajes internacionales por ahora sólo han dado cuenta de los pernos y los fierros. En el saldo político hasta el momento lo más relevante es que el presidente Andrés Manuel López Obrador le dijo a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que ya no hable del tema. Él, y solo él, se encargará de la vocería de una tragedia en la que, por cierto, no quiso poner un pie.

Algunas noticias relevantes ocurren a la distancia, ninguna producto de la sensibilidad del gobierno de federal y de la ciudad.  Les van a dar millones de pesos a las familias de las 26 víctimas de la tragedia de la Línea 12 del Metro. Aunque la cifra pueda no considerarse menor, que alguien se atreva a decir si hay algún monto que alivie el dolor provocado por la irresponsabilidad política de los que operaron y dejaron de dar mantenimiento a la Línea 12.

En la semana afirmé que hay datos suficientes para sostener que la plausible decisión del ingeniero Slim de reparar el tramo que construyó, pagándolo todo de su propia bolsa, fue porque pidió como moneda de cambio la renuncia de la tan inepta como ineficaz Florencia Serranía, quien estaba a cargo de la dirección del Sistema del Transporte Colectivo Metro.

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Y aunque no dejase ser vergüenza ajena la defensa de Serranía, porque no la corrieron, la dejaron renunciar, como la jefa de Gobierno señaló, nadie la investiga y su paso por la administración pública de este gobierno será recordado por su incapacidad, que costó vidas, a menos que alguien crea que la directora del Metro no es responsable de que se le queme o se le estrelle el Metro.

Y es precisamente este hecho, la salida de Florencia Serranía, la única moneda de cambio que le interesó a Carlos Slim para invertir su dinero en la reconstrucción del tramo colapsado de la Línea 12. Pues, ¿para qué poner un peso bajo el control de alguien que no estará atenta a su administración?, como lo demuestra el subejercicio de gasto para trabajos de mantenimiento por mil 59 millones de pesos, haciendo del Metro el organismo de transporte público de la ciudad que más corto quedó ese año en el gasto de recursos para mantenimiento.

Lo extraño es que las cosas no cuadran, porque, tras las investigaciones, donde se responsabiliza del desplome de la trabe a los pernos mal soldados, la verdad es que dichos pernos recibieron una certificación de calidad, es decir, se confirma que alguien hizo mal su trabajo y hoy sin cargo quedará en la impunidad.

Cómo ya es costumbre, en el gobierno de la 4T tendrán otros datos. Lo que es un hecho es su incompetencia y el riesgo en el que nos ponen como capitalinos al confundir el buen gasto con tacañería y riesgo latente.


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