El sexenio pasado, el expresidente López Obrador tenía frecuentemente alguna ocurrencia que provocaba que los funcionarios de su gobierno debían estar pegados a las transmisiones de las mañaneras para saber que debían hacer, además de que no faltaba el legislador de Morena que presentaba una iniciativa para respaldar la ocurrencia de la semana.
Como olvidar las propuestas en el Congreso para declarar al expresidente héroe nacional o como referencia constante en los discursos de diputados y senadores.
En Estados Unidos, Donald Trump también tiene ocurrencias como lo demostró el pasado 8 de enero cuando en una conferencia de prensa aseguró que México era dirigido por los cárteles del narcotráfico y que le cambiaría el nombre al Golfo de México por el de Golfo de América (o de Estados Unidos si consideramos lo que significa en inglés esta palabra).
Poco después, la congresista Marjorie Taylor Greene anunció que presentará un anteproyecto de ley para que el cambio de nombre del Golfo, para así hacer realidad la ocurrencia de su líder.
Es claro que las coincidencias son claras y nos referimos a una peligrosa combinación, la de un populista con ocurrencia que se brinca cualquier regulación o consideración política –incluso de derechos humanos– para hacer realidad lo que anuncia en sus comparecencias ante los medios y los fanáticos que le siguen y que pondrán de su parte para plasmar en la ley las ocurrencias del día.
Y es que no hay mucha diferencia entre Marjorie Taylor Greene y algunos diputados de Morena que presentan iniciativas para agradar al líder del Movimiento.
Es el drama que viven ambos países por estar gobernados por populistas que no buscan resolver los problemas que tienen ambos países, sino cumplir lo primero que les viene a sus mentes y si Trump quiere apropiarse de Groenlandia, López Obrador perdió tiempo en exigir disculpas de España, a pesar de que desde los años 90 los reyes de dicha nación ya las ofrecieron en nuestro país.
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