México: ¿Recesión o crecimiento sostenido?

En un contexto de incertidumbre global, las proyecciones de crecimiento económico para México en 2025 han generado un intenso debate entre organismos internacionales, analistas financieros y el gobierno federal. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el análisis de Citibanamex han revisado a la baja sus expectativas, incluso anticipando una recesión, mientras que la presidenta Claudia Sheinbaum defiende con firmeza una visión optimista, respaldada por los modelos económicos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Este contraste pone de manifiesto las tensiones entre las previsiones internacionales y las estrategias nacionales para enfrentar un entorno económico complicado, marcado por la amenaza de aranceles impuestos por Estados Unidos y la desaceleración de la demanda interna.
 
El FMI, en su más reciente Informe de Perspectivas Económicas Mundiales (WEO, por sus siglas en inglés) publicado el 22 de abril de 2025, sorprendió al mercado al proyectar una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano de -0.3% para este año, un recorte drástico desde su estimación de enero, que anticipaba un crecimiento de 1.4%. Este ajuste, el primero que incorpora el impacto de los aranceles del 25% anunciados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, refleja la vulnerabilidad de México ante las políticas proteccionistas de su principal socio comercial. Según el FMI, la economía mexicana enfrentará presiones adicionales por una menor demanda externa, la incertidumbre derivada de reformas estructurales internas y un entorno global de mayor aversión al riesgo. Para 2026, el organismo prevé un crecimiento moderado de 1.4%, aún por debajo de la media histórica.
 
Por su parte, Citibanamex, en su encuesta de expectativas más reciente, reporta un consenso del mercado que sitúa el crecimiento del PIB en torno al 1% para 2025, una cifra más optimista que la del FMI, pero aún conservadora frente a las proyecciones oficiales. Los analistas de Citi destacan que la desaceleración observada desde el tercer trimestre de 2024, con una contracción trimestral del PIB de -0.6%, refleja un debilitamiento en sectores clave como las manufacturas y la construcción. Además, señalan que la incertidumbre sobre la reforma judicial aprobada en 2024 y los posibles efectos de los aranceles estadounidenses están mermando la confianza de los inversionistas, lo que podría limitar la inversión extranjera directa y el aprovechamiento del nearshoring.
 
Otros organismos internacionales, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco Mundial, también han ajustado sus pronósticos a la baja. La OCDE anticipa una contracción del 1.3% en 2025, mientras que el Banco Mundial estima un crecimiento de apenas 1.5%, destacando la dependencia de México de las exportaciones a Estados Unidos, que representan cerca del 80% del total. Estas proyecciones contrastan con el desempeño económico de 2023, cuando el PIB creció un 3.2%, y reflejan una tendencia de desaceleración que podría prolongarse si no se abordan los retos estructurales, como la informalidad, la inseguridad y las limitaciones fiscales.
 
Frente a este panorama, la presidenta Claudia Sheinbaum ha rechazado categóricamente las proyecciones de recesión. Durante su conferencia matutina del 22 de abril de 2025, afirmó: “No conocemos con base en qué lo hacen, no coincidimos. No es que no coincida la presidenta, sino que nosotros tenemos modelos económicos que tiene la propia Secretaría de Hacienda que no coinciden en este planteamiento”. Sheinbaum defendió los pronósticos de la SHCP, que el 1 de abril revisó su estimación de crecimiento para 2025 a 1.9%, desde un rango previo de 2% a 3%. Esta cifra, aunque más conservadora que las proyecciones iniciales del gobierno, sigue siendo significativamente más optimista que las del FMI y otros analistas.
 
El optimismo de Sheinbaum se basa en el Plan México, una estrategia presentada en enero de 2025 junto con empresarios para consolidar a México entre las 10 economías más grandes del mundo. Este plan incluye un portafolio de inversiones privadas que suma casi 300 mil millones de dólares, con énfasis en sectores como telecomunicaciones, turismo y construcción. La presidenta argumentó que, a diferencia de los organismos internacionales, que suelen asumir que los gobiernos tienen un rol limitado frente a las fuerzas del mercado, su administración está trabajando activamente para contrarrestar los efectos de los aranceles y fortalecer la economía interna. “Nosotros tenemos un plan para fortalecer la economía mexicana y no coincidimos con esta visión, entre otras cosas porque nosotros estamos trabajando”, enfatizó.
 
Sin embargo, analistas advierten que las proyecciones optimistas del gobierno podrían estar subestimando los riesgos externos e internos. El FMI, por ejemplo, señaló que los aranceles de Trump podrían exacerbar la desaceleración, especialmente en el sector automotriz, que representa una parte significativa de las exportaciones mexicanas. Además, la reforma judicial ha generado preocupaciones sobre la predictibilidad del estado de derecho, lo que podría disuadir la inversión extranjera. Kristalina Georgieva, directora del FMI, recomendó a México “hacer sus deberes” para reducir la incertidumbre y fortalecer la resiliencia económica, incluyendo una estrategia fiscal de mediano plazo para reducir el déficit y aumentar los ingresos tributarios.
 
En el ámbito fiscal, el gobierno de Sheinbaum enfrenta presiones adicionales. El déficit fiscal se duplicó en 2024, y las calificadoras de riesgo, como Fitch, han advertido que México podría perder su grado de inversión si no se implementan medidas para contener la deuda pública, especialmente la de empresas estatales como Pemex. La SHCP apuesta por un crecimiento de 2.3% en 2025 para sostener su plan de recaudación, pero analistas de BBVA y Goldman Sachs consideran esta meta “contraintuitiva” en un contexto de recorte al gasto público de 1.5 puntos porcentuales del PIB.
 
El Banco de México (Banxico) también ha adoptado una postura más cautelosa, recortando su pronóstico de crecimiento para 2025 a 0.6% en febrero, desde 1.2% en noviembre de 2024. Banxico cita la volatilidad en los mercados financieros, la menor demanda externa y el impacto limitado del gasto público como factores clave. No obstante, espera que la inflación se acerque al objetivo del 3% en 2025, lo que podría permitir nuevos recortes en la tasa de interés, actualmente en 10.5%, para estimular la economía.
 
En este escenario, México se encuentra en una encrucijada. Mientras el gobierno de Sheinbaum apuesta por una estrategia proactiva para contrarrestar los choques externos, los organismos internacionales y analistas advierten sobre los riesgos de una recesión. La capacidad de México para capitalizar el nearshoring, fortalecer sus sectores estratégicos y mantener la estabilidad fiscal será crucial para determinar si el país puede evitar una contracción económica y cumplir con las expectativas de crecimiento sostenido. Por ahora, la discrepancia entre las proyecciones internacionales y las declaraciones oficiales refleja no solo diferencias metodológicas, sino también una apuesta política por demostrar que el gobierno puede moldear el rumbo económico del país en un entorno adverso.
 
La pregunta que queda en el aire es si el Plan México y las medidas del gobierno serán suficientes para revertir las tendencias negativas pronosticadas por el FMI y otros analistas. Los próximos meses serán decisivos para evaluar si México logra sortear los desafíos externos y consolidar un crecimiento económico que beneficie a su población, o si, por el contrario, las proyecciones de recesión se materializan, marcando un inicio complicado para el sexenio de Claudia Sheinbaum.

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