México ante el terrorismo internacional

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Nuestra vecindad con el principal objetivo del Estado Islámico (ISIS), así como la inesperada mención de México como parte de la supuesta coalición internacional que fue creada en su contra, nos obliga a que llevemos a cabo medidas oportunas frente a quien es catalogado ya como el grupo terrorista más violento y radical 

Con toda seguridad, los recientes ataques terroristas a París tendrán futuras consecuencias en diversas latitudes. En nuestro caso, si bien esos lamentables sucesos podrían imaginarse distantes, la realidad es que los mismos deben ser asumidos como una seria advertencia a nuestra paz y seguridad.

Nuestra vecindad con el principal objetivo del Estado Islámico (ISIS), así como la inesperada mención de México como parte de la supuesta coalición internacional que fue creada en su contra, nos obliga a que llevemos a cabo medidas oportunas frente a quien es catalogado ya como el grupo terrorista más violento y radical.

Dentro de los posibles riesgos que tenemos como nación amiga destaca, no obstante, un asunto al que se debe prestar especial atención por parte de nuestras autoridades policiales y de inteligencia: la financiación al terrorismo internacional.

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Existen dos factores que nos obligan a ello: nuestra cercanía con ese país norteño, que conlleva latente la posibilidad de que pudiera estarse preparando aquí un acto terrorista para afectarlo, tal como aconteció en Francia con Bélgica.

De este modo, sólo como ejemplo, destaca que en el mes de septiembre la prensa nacional ya dio cuenta de la localización, a instancias del MI-6 Inglés, de un reclutador del ISIS que estaba operando en el centro de la República mexicana.

Así, el crimen organizado y el lavado de dinero se podrían traducir en contextos propicios dentro de nuestra extensa geografía, para que ISIS intente financiar sus operaciones, mover sus capitales y blanquear sus activos.

Esa problemática no es fácil de resolver, pues mientras esa financiación podría ser de fuentes lícitas e ilícitas, a partir de pequeños montos, el lavado de dinero supone en todo caso cuantiosos recursos que podrían ser introducidos veladamente a la legalidad.

¿Es fácil detectar esos movimientos? Definitivamente no, ya que de conformidad con cálculos internacionales confiables, el crimen organizado a nivel global puede blanquear hasta cien mil millones de dólares anualmente.

La paradoja reside en que los ataques del 9-11 en Estados Unidos costaron a los perpetradores aproximadamente 500 mil dólares, mientras que los del 13-N en París fueron de 15 mil euros.

Ello contrasta con la enorme capacidad de operación financiera de ISIS, que resulta de los vastos territorios que controla y que no sólo le proveen de las abundantes riquezas naturales y del subsuelo, del petróleo en particular, sino también las que provienen del control de las rutas comerciales y de tránsito.

ISIS, de igual modo, recibe donaciones, destacadamente de países árabes, así como de ONG; y secuestra, esclaviza, roba, saquea, extorsiona, prostituye y trafica personas; y, a modo de un auténtico Estado organizado, establece incluso gravámenes, cargas y gabelas, señaladamente a minorías religiosas.

En suma, las redes financieras de ISIS pueden proliferar con gran facilidad en los países donde no existen controles adecuados, públicos y privados, así como en aquellos donde prolifera la corrupción, la pobreza, la exclusión y la marginación.

¿Está México preparado para esa detestable amenaza?

En principio sí, al haber instituido figuras especializadas bajo estándares internacionales, especialmente en lavado de dinero y sobre recursos de procedencia ilícita, tal como lo recomendó el Grupo de Acción Financiera. También ratificó, desde 2002, la Convención Internacional de las Naciones Unidas para la Supresión de la Financiación del Terrorismo de 1999.

Sin embargo, la realidad es que mucho del financiamiento de ISIS proviene de fuentes lícitas, por lo que falta mucho por hacer, principalmente en aras de fortalecer nuestros servicios de inteligencia y sistemas de control y de supervisión por parte de las autoridades hacendarias y financieras, incisivamente sobre ciertos tipos de operaciones que aún suponen riesgos estructurales.

En última instancia, todos debemos evitar que la criminalidad organizada se involucre con el financiamiento al terrorismo, particularmente con ISIS y con los grupos extremistas, que por medio del daño directo y masivo a la sociedad civil, quieren hacer valer su infame voluntad; todo ello contra los valores fundamentales que dan cohesión, esperanza y rumbo a la humanidad.


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